- Los anunciantes ya no creen en el anuncio: sólo en el publirreportaje.
- Es decir, en convertir el periodismo en propaganda a sueldo.
- Y los medios colaboran.
- La regla de oro consiste en permitir que lector distinga lo que es información independiente de lo que es publicidad pagada.
Le llaman 'publicidad nativa'
y ya se sabe que cuando alguien echa mano del eufemismo es que tiene problemas de conciencia. Bueno, los menos reparos.
Publicidad nativa no es más que hace hacer información propagandística y pagada. El periodista deja de serlo
y se convierte en publicitario. Y lo malo es que sin solución de continuidad.
En la televisión puede verse como un locutor sacude a un político por corrupto y, a renglón seguido, nos anima a comprar el último cepillo de dientes, ciertamente revolucionario.
Dice
Juan Luis Cebrián que el periodismo profesional puede desaparecer porque todo es gratis. No, Janli, el problema es más grave: lo que puede desaparecer es el periodismo.
Hasta ahora,
la información ha sobrevivido a pesar de aquel dicho cantarín de donde no hay publicidad resplandece la verdad. Pero lo ha hecho gracias a una exquisita separación entre el periodismo y la publicidad, dos actividades nobles… mientras cada una camine por su lado.
En Hispanidad publicamos "remitidos", incluso modificando la maquetación para que quede claro que eso sí es información pagada, publirreportajes que hay que diferenciar de la información libre del diario. Lo otro es muy peligroso.
Moviola, porque
esto resulta fundamental: la regla de oro consiste en permitir que lector distinga lo que es información independiente de lo que es publicidad pagada. A partir de ahí lo que quieran.
Habrá que tomarlo en serio porque la publicidad nativa puede acabar con el periodismo… y con la publicidad. Muchos anunciantes ya no quieren anuncios ni campañas:
quieren anunciarse mediante artículos periodísticos presuntamente objetivos.
Y esa frontera no hay que atravesarla jamás. ¡Jamás!
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com