• Como socio privilegiado, naturalmente.
  • La modernidad, que empieza en la reforma protestante, nos ha devuelto al Estado servil.
  • Al Estado de los siervos en el que se basa toda la sociedad antigua y que se rompió con la llegada del cristianismo.
  • La fe es Europa y Europa es la fe.
Hilaire Belloc (en la imagen), uno de los mejores historiadores del siglo XX, fue también el primer diputado católico en el Parlamento de Westminster desde la Reforma luterana. Anglo-francés, tenía las malas pulgas del galo y el carácter incisivo y tremendamente práctico del inglés a la hora de argumentar. Así, una vez entró a rezar en una iglesia anglicana londinense. Se arrodilló ante la imagen y un sacerdote anglo le recrimino su actitud pietista. Pero a la inglesa y a la anglicana, con mucha finura. -No debe usted adoptar actitudes idolátricas. A lo que Belloc con profundidad teológica: -¡Váyase al diablo! El aludido respondió como un gentleman: -Perdone, no sabía que era usted católico. Es el mismo Belloc que, cuando se presentó al Parlamento británico (hablamos de primeros del siglo XX), empezó un mitin diciendo algo parecido a esto: -Me llamo Hilaire Belloc, soy católico y, no sólo eso, sino que miren lo que llevo en el bolsillo… Extrajo un rosario y prosiguió: -Lo rezo todos los días y si alguno de ustedes no está dispuesto a votarme por esto, le agradeceré que, en efecto, no me voten. Se estarían engañando a sí mismos. Pues bien, algo debe saber este hombre de la reforma protestante, que nos viene al pelo ahora, cuando Londres impone a Bruselas unas condiciones draconianas para seguir en la Unión Europea. Está claro que, ahora, un siglo después de su fundación, la Unión Europea (UE), que no era un mal invento, se está resquebrajando. El ideal de que todos somos iguales, independientemente de su lugar de nacimiento, se rompe desde el momento en que un trabajador polaco no tiene las mismas prestaciones públicas cuando emigra a Gran Bretaña que un inglés. Entonces no hay un solo país, sino tantos como miembros. Hay Europa pero no Unión Europea. Antes que romper con los principios, hubiera sido mejor romper con Londres. Y no olvidemos que los principios de Europa son principios cristianos. Como dice Belloc: "La fe es Europa y Europa es la fe" cristiana. O como decía Juan Pablo II: "Europa sé tú misma, recupera tus raíces cristianas". Y hubo una Unión Europea en Europa, una Unión que recorre 1.000 años de edad medida, gloriosa época hoy denostada por todos los idiotas que en el mundo han sido. Al final, de esa Europa medieval nació, no sólo una Europa troceada en Estados-nación sino algo peor: una Europa servil, capitalista o socialista, en cualquier caso, una Europa de siervos, no de hombres libres. Eulogio López eulogio@hispanidad.com