Se oyen cada vez más las palabras que matan al mundo: “Yo no me arrepiento de nada”. Cada semana veo a un famoso que ha dicho algo así.
Algunos, sector filósofo de la progresía, incluso braman contra el sentido de culpa, que siempre debe ser evitado. Y, en general, resulta que aquel que exprese sentido de culpa sufrirá la correspondiente admonición: no sea antiguo.
Hasta el perdón de Dios depende del arrepentimiento del hombre
Por lo general, el que no se arrepiente de nada no es un pecador, simplemente es un orgulloso. Pero esta proposición es una trampa, porque lo cierto es que el único pecado que existe en el mundo es el orgullo. O si lo prefieren, todos los pecados son pecados de orgullo. Y el orgullo no consiste en pecar sino en no arrepentirse de haber pecado.
Dicho de otra forma: no se puede perdonar a quien no desea ser perdonado
A partir de ahí nada es posible porque hasta el perdón de Dios depende del arrepentimiento del hombre.
Dicho de otra forma: no se puede perdonar a quien no desea ser perdonado… porque no se arrepiente de nada.