Ocurrió el primer domingo de noviembre, en que se recogían las festividades de todos los Santos y de todos los difuntos (vamos, las dedicadas a los que están en el Cielo y a los que están en el Purgatorio). En la oración comunitaria de la misa, en varias iglesias españolas. Por ejemplo, yo lo viví en una iglesia del norte de España: se pidió a Dios que "sepamos" reciclar la basuras. Ya saben, los plásticos en el contenedor amarillo, el papel en el azul, la orgánica todavía no sé si en el naranja o en el marrón, pero estoy en ello, etc.
Es una oración muy necesaria para salvar al planeta, al ‘oío’ planeta.
En primer lugar, no está claro que los cambiantes sistemas de reciclado en el hogar y de recogida de basuras sirvan para algo.
En segundo lugar, no creo que sea la eucaristía el momento adecuado para pedir por cuestiones tan relevantes.
En tercer lugar, y esto es lo más preocupante, revela un panteísmo (eco-panteísmo) realmente peligroso.
Cambio Climático. No pretendamos controlar lo que no podemos controlar. Seamos más humildes y confiemos más en Dios
Para entendernos, los católicos vamos a misa para adorar a Dios, no al planeta tierra. Al planeta lo que tenemos que hacer es dominarlo y someterlo.
Y en último lugar, no pretendamos controlar lo que no podemos controlar. Supuesto y no admitido que el cambio climático camine en la dirección que presumen los amantes del Apocalipsis del calentón global, convendría confiar más en Dios, abandonarse en sus manos, antes que angustiarnos por lo que no podemos remediar y, encima, esclavizar al vecino con un rosario de normas asfixiante de imposible cumplimiento.
No vaya a ser que no salvemos al planeta pero esclavicemos al hombre. Mismamente.