- El insulto de Chesterton se convierte en remedio para la crisis de fe.
- Wells: "Belloc y Chesterton han rodeado al catolicismo de un halo tabernario". ¡Bien!
- El problema de la Iglesia actual es que se bebe poco y se canta menos.
Herbert George Wells (en la imagen), no confundir con Orson Welles, era el apóstol del maquinismo ateo. H. G. Wells fue el autor de La Guerra de los Mundos, que Orson llevaría a la radio antes de volverse definitivamente cretino. H. G. Wells vivió perpetuamente enfrentado con Gilbert Chesterton e Hilaire Belloc, los católicos del debate inglés entre ateísmo y cristianismo (¿existe algún otro debate?), controversia que duró toda la primera mitad del siglo XX. Pues bien, Herbert, que no Orson, aseguraba que Chesterton y Belloc habían rodeado el catolicismo de un "halo alcohólico" y de un "ambiente tabernario". Y esto porque aquellos dos monstruos del pensamiento odiaban el puritanismo. El mayor insulto de Chesterton decía así: "Malditos bebedores de agua" y nada gustaba más ambos que "montar un buen escándalo". Los dos alfiles del pensamiento católico, de cuna Belloc, convertido Chesterton, habían rodeado al catolicismo de un 'halo tabernario' y Chesterton narraba que, de viaje por Francia, llegó a una plaza rural donde encontró la quintaesencia de la sociedad cristiana: Iglesia, escuela y taberna, y las canciones de barbería… y de taberna. La alegría del cristiano depende de su confianza en Dios pero un vaso de vino, o dos, refuerzan la alegría que procede de ese abandono en el Creador. Es decir, lo contrario del puritanismo calvinista, tan admirado por toda la progresía española. Menos regímenes y más vino. Eso sí, buen vino, no fastidien. De entrada, que sea Rioja. Eulogio López eulogio@hispanidad.com