- Por ejemplo, ahora nos disponemos a aceptar el matrimonio de a tres. Como si tal cosa.
- Nos iba mejor cuando los clérigos marcaban las pautas, porque eran pautas de conducta, que podías cumplir o no…
- Ahora los intelectuales nos dicen cómo tenemos que pensar.
- O sea, que nos lavan el cerebro. Eso no lo hacían los curas.
Lo explica
Hilaire Belloc. En francés la palabra 'clerc' sirve tanto para destinar al clérigo como para destinar al intelectual.
En definitiva, es quien pone orden en el caos de ideas dispersas que caracteriza a la modernidad, los que crean, antes a través de los medios de masas, hoy a través de internet.
En definitiva, los
nuevos clérigos laicos, los
maitre-penseurs, son los encargados de poner en orden las ideas dispersas, a menudo contradictorias que vagan por las cabezas humanas del mundo. Belloc afirma que los 'clerc', "
la clase intelectual de nuestro tiempo -del suyo y del nuestro-
es la encargada de decir lo que hay que pensar a la inmensa mayoría de las personas que no saben pensar por sí mismas".
Y nuestros
maitre-penseurs operan hoy a través de la televisión y cuyos mensajes se multiplican a través de la red de redes, son los que han creado el
pensamiento único. No se asusten por la saturación informativa; hoy es
lo políticamente correcto: un pensamiento único, obligado (si no, será marginado por fascista), un pensamiento débil y, finalmente, un pensamiento idiota. Idiota no es el que no comprende nada sino el que
lo acepta todo.
Siguiendo el ejemplo del comienzo: ¿Por qué no aceptar un
matrimonio de tres? Es lo lógico, cuando el matrimonio -pensamiento débil, pensamiento idiota- ha dejado de ser una institución para convertirse en un derecho. A partir de ahí, ¿por qué no tres? ¿Por qué no cuatro? Naturalmente, todas esas 'profundizaciones' del matrimonio acaban en lo de siempre: nos cargamos el matrimonio.
Nos iba mejor cuando los
clérigos marcaban las pautas, porque eran pautas de conducta, que podías cumplir o no..
Ahora los
intelectuales nos dicen cómo tenemos que pensar. O sea, que nos lavan el cerebro. Eso no lo hacían los curas.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com