• Un milagro de hoy: la propia tela de la Virgen de Guadalupe.
  • En las retinas de Nuestra Señora hay pintados cuadrados con figuras de la época. Sí, han entendido bien; en la retina.
  • Y está ahí, para quien quiera comprobarlo.
  • No es que no existan milagros en el siglo XXI: es que nos negamos a comprobar su veracidad.
Aconsejo leer la obra de Francisco Ansón Tres milagros para el siglo XXI (en la imagen). Breve y enjundiosa y apasionante. Uno de esos tres milagros es el de la Virgen de Guadalupe, cuya festividad celebramos hoy, lunes 12 de diciembre. Y para comprender lo que representa Guadalupe hay que leer a Paco Ansón. Lo digo porque acabo de ver a un corresponsal hortera entrevistando a peregrinos al santuario de la patrona de México, exhibiendo a mexicanos de apariencia humilde -es decir, ignorantes- quienes hablaban de una Virgen Milagrosa. Pues bien, aquí el único ignorante era el reportero y el medio que se aproximaba a una visión tan 'popular' de la patrona de México y de toda Hispanoamérica. Porque el primer milagro es la propia tela (donde se recoge la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Un ayate, similar a un poncho indio, la tela basta del humilde campesino mexicano Juan Diego. Tela que aguanta incólume durante siglos, tela, encima, besuqueada, como dicen los mexicanos, a lo largo de esos siglos. Pero sobre todo, narra Paco Ansón, gracias a las modernas tecnologías fotográficas, ópticas e informáticas, se han podido descubrir en la pupilar de La Señora -imagínense las dimensiones diminutas- imágenes del personaje de la época, verdaderos cuadros de varias figuras de aquel entonces. Sí, lo han oído bien: en la retina de Nuestra Señora. Sólo en el siglo XX, claro está, se ha podido descubrir esta maravilla. ¿Por qué no han contado esto en RTVE? Hubiera sido todo un notición. En definitiva, la Virgen de Guadalupe es, en sí misma, un milagro permanente. Por cierto, las apariciones de la Virgen no son ningún 'show' ni una demostración de poderío: siempre tienen un cometido concreto. Las apariciones de Santa María al indio Juan Diego fueron claves en dos cosas:
  1. Remachar, como ya hiciera el codicilo de Isabel La católica, la dignidad de los indios, hijos de Dios. La Virgen no se aparece a un  clérigo ni a un conquistador español, sino al más humilde de los indígenas mexicanos.
  2. La evangelización de difíciles pueblos aztecas y mayas. Recordemos que aquellos tan loados jefes de los indígenas, representantes de las enormes culturas precolombinas -sí, todo ello según la progresía española- perpetraban asesinatos rituales: 250.000 indios eran sacrificadas anualmente a los ídolos por sus señoritos indios… hasta la llegada de Hernán Cortés, el malvado Hernán… que prohibió los asesinatos rituales.
En cualquier caso, el milagro ahí está, para quien quiera verlo. Y si no quieren verlo, al menos que no se atrevan a negarlo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com