“Ahora no nos abrazamos pero es para estar más juntos”. Menuda chorrada. Las perogrulladas contradictorias son las mayores ‘grossem chorradem’ inventadas por el ser humano. El coronavirus y, sobre todo, la estupidez generada por el miedo a la muerte por Covid, nos han convertido en personas blandas y en una sociedad maleable. La palabra que lo define todo es “misantropía”, aversión al trato con otras personas, en cualquier nivel y en cualquier situación.
Y no, no existe una demostración causa/efecto que haga realidad la tan manida realidad de “a menos contactos, menos contagios”. Entre otras cosas porque también a menor respiración menos consumo de oxígeno, sólo que entonces te mueres.
Insisto: para vivir así, prefiero el virus. Y sobre todo, ¿por qué esa aversión al prójimo siendo que no tenemos la menor idea ni del origen del virus, ni de cómo ataca, ni por qué es tan contagioso, ni sobre cómo curarlo? ¿No sería más lógico seguir viviendo con normalidad, antigua normalidad, y mantener la misma cordialidad y jovialidad que constituyen la salsa de la vida?
¡Dios mío, acabo de caer en clara herejía de negacionismo!
Entre una sociedad de misántropos, blandengue, temerosa y de plastilina, yo me quedo con el virus. Es un riesgo, pero, al menos, me siento vivo.