• Al menos por dos veces, y en cuestiones básicas, duras, obedeció las órdenes del Vaticano.
  • Con Benedicto XVI, la separación entre la dirección espiritual y el gobierno de la institución.
  • Con Francisco, la sugerencia de rejuvenecimiento de la cúpula del Opus Dei.
  • El cuarto prelado del Opus Dei deberá afrontar la pérdida del "fervor de la primera caridad".
  • Y la reducción del número de vocaciones, especialmente en España, país de origen.
Ha muerte en Roma el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, un hombre obediente, algo para lo que, a ciertas alturas, precisa de mucha humildad. Echevarría ha resultado ejemplar al atender dos peticiones de los dos últimos pontífices. Dos cuestiones, además, de muy difícil aplicación. Benedicto XVI le indicó que separara el Gobierno de la Obra de la dirección espiritual para no interferir en las conciencias de los miembros del Opus Dei (la conciencia es sagrada para los cristianos). No necesito concretar la consecuencia pero sí destacar que el prelado del Opus Dei, aunque supusiera romper con tradiciones muy arraigadas en la Prelatura, con mayor o menor éxito, corrió a obedecer la orden del Papa. Segunda muestra de humildad. El Papa Francisco sugiere a Echevarría que a la cúpula del Opus Dei no le vendría mal un rejuvenecimiento. De inmediato, Echevarría crea un nuevo cargo en la estructura de dirección de la Prelatura, para Mariano Fazio, argentino, amigo personal de Francisco y uno de sus biógrafos. Desde su traslado a Roma se ha convertido en el 'Ceo' del Opus Dei. En el debe del prelado fallecido la noche del martes, la disminución de vocaciones al Opus Dei, especialmente en España, su país de origen. Quizás, por lo que un ex numerario definiera así: "han perdido el fervor de la primera caridad". Es el reto para su sucesor. Eulogio López eulogio@hispanidad.com