Insisto: la verdad circula por cauces pequeños. Hablo de periódicos, pero también de  editoriales. Así que ahí va otra joyita, esta vez editada por la no muy grande editorial Rialp. Se trata de un clásico del ya clásico John Henry Newman. Se trata de la versificación 'El sueño de un anciano'. En plata: una historia de la travesía de un viejo hacia el otro mundo, "casi desnudo, como los hijos de la mar". Sólo el creador del llamado Grupo de Oxford, la mayor contribución británica al pensamiento cristiano y el gran paso intelectual del siglo XX en la lucha contra el virus del modernismo, podría haber pergeñado este mix de ideas, conceptos, historia, relato y poema.
Con el converso Newman se entiende, y no es sencillo, que creer sólo es la antesala del saber
Por ejemplo, el concepto más olvidado de la torpe filosofía actual, esclavizado por el pensamiento débil: hablo de la combinación entre espíritu y materia. Si no empezamos por ahí acabamos en cualquier lupanar de la inteligencia. Con el converso Newman se entiende, y no es sencillo, que creer sólo es la antesala del saber y saber sólo sirve para acceder al nivel superior: vivir, que la mera acumulación de información, ni tan siquiera de conclusiones atinas es nada si no se encarnan en hechos, en vida. Días atrás, en pleno domingo de Resurrección, un pariente encarnaba la cadena del ateo, con esa pregunta feroz -el Y si…- que atormenta a todos los agnósticos: ¿Y si tras morir te encontraras con que todas tus creencias fueran falsas? Pues es muy sencillo, respondí: 1.- Sé que mis creencias son ciertas porque primero creí, luego supe, luego viví. 2.- Y si ahora supiera que fueran falsas ya sé, porque he vivido, que si no he ganado la vida eterna ya habré ganado el 100 por 1 de esta parte de la frontera. Y no es el sueño de un anciano. Eulogio López eulogio@hispanidad.com