- Esto no ha hecho más que empezar.
- Occidente se niega a entrar en una guerra… en la que ya está metido.
- Pero ojo, el enfrentamiento bélico es doble: contra el islam y contra la propia tibieza.
- La violencia siempre vencerá al dinero. Y el que cree en algo siempre vencerá al que no cree en nada.
- Y no olvidemos que Dios perdona todo, menos la desesperación.
Como es
terrorismo global hay quedarle una solución global. Esa es la única aportación de
Mariano Rajoy en su alocución de las 9 horas del viernes 15 de julio, es decir, apenas diez horas después del atentado de Niza.
Pero el
atentado de Niza, como todos los anteriores no es un desafío, sino una
guerra. Precisamente porque se trata de una guerra global hay que darle soluciones locales.
Me explico: si por globalidad se entiende la colaboración entre policías y militares bien, pero el problema es que el
fanatismo islámico no ha crecido como un ejército invasor, sino como una idea, invasora, homicida y repulsiva. El
Estado Islámico es una especie de nebulosa como lo era y lo es
Al Qaeda. Si diera la cara, si combatiera abiertamente, ya habría perdido la guerra. No, lo que hace es esconderse tras la sociedad civil y matar civiles. Es más fácil, más incontrolable y mucho más eficiente para provocar terror y desesperación.
Ahora bien, Occidente tiene que batallar contra el fanatismo musulmán identificándolo como lo que es:
fanatismo religioso. Seguir insistiendo en que no tiene nada que ver con el
islam es… ser estúpido.
En segundo lugar, Francia, y todo Occidnete debe batallar contra la
obsesión por abdicar de sus orígenes cristianos y de poner al cristianismo en paridad con el islam. No son iguales ni parecidos. Occidente lucha contra el islam y debe luchar también contra su propia tibieza. Lo que llamamos valores occidentales no es más que libertad de comercio. La
violencia siempre vencerá al dinero. Y los que creen en algo, siempre vencerán a los que no creen en nada.
En pocas palabras, a los cristianos europeos nos toca ahora ser caballeros, en
lucha defensiva y violenta -sí violenta, en legítima defensa- y, al mismo tiempo, estar dispuestos al martirio. Lo primero contra el islam y lo segundo contra la insufrible
tibieza cristiana del Occidente actual.
Son las dos caras de
Cristo: el que expulsaba a los mercaderes del templo y el del Gólgota.
Porque la guerra ya ha comenzado aunque muchos occidentales no se den por enterados.
Hablando de desesperación: recuerden que Dios lo perdona todo… menos la desesperación.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com