• O lo que es lo mismo. Cuidado con acoger asilados y refugiados… que no son otra cosa que yihadistas y fanáticos.
  • Si tanto odian la cruz de Cristo, ¿por qué quieren entrar en la Europa cristiana?
  • Por lo demás, sí, la norma sigue siendo fronteras abiertas.
Decíamos ayer que la imagen de Aylan Kurdi ha movido el corazón de un continente tan pétreo como Europa y ha abierto fronteras. Es la gran batalla que ha ganado la inmolación de este maravilloso pequeñajo. Y al mismo tiempo, decíamos también que el fanatismo musulmán se aprovecha de la  desesperación como un buitre de la carroña. Porque con la oleada de refugiados se están introduciendo en Europa yihadistas repugnantes o simples fanáticos musulmanes igualmente repugnantes. Por favor, repasen el vídeo donde se observa cómo unos majaderos renuncian a los alimentos que les ofrecen los soldados macedonios al grito de "no cruz". Y es que los alimentos que les ofrecían los soldados iban en cajas de la Cruz Roja y eso era blasfemo. Mientras, un pobre bebé observa a sus mayores. Lo más triste es lo ya dicho: hombres que sostienen a sus hijos en sus brazos, hijos a los que les niegan la ayuda que llega. Supongo que lo que ocurre es que un grupo de fanáticos estaría obligando a los demás a rechazar los alimentos. Me da lo mismo: la cobardía tampoco es excusa. En cualquier caso, si tanto odian la cruz de Cristo, ¿por qué quieren sentarse en la Europa cristiana? Para cambiarla, claro está.  Este es el problema de muchos emigrantes: no respetan al país de acogida. Es más, le odian. Más ejemplos, la fiebre de la solidaridad ha multiplicado la demagogia en los medios informativos. Y así, hablan del 'ultra-conservador' primer ministro húngaro. No estoy de acuerdo con las medidas que ha adoptado el primer Viktor Orbán, pero me gustaría ver a sus feroces críticos al frente de un país pequeño, que no alcanza los 10 millones de habitantes, intentando controlar a un grupo de refugiados que atraviesan Hungría camino de Alemania y Austria, quienes, por cierto, parecen haberse vuelto humanitarios. Cuánto bueno. Pues bien, observen este otro vídeo: entre los que huyen del malvado Bashar al Assad, muchos de ellos gritan  "Alá es grande". Es decir, no sólo tienes que acogerles sino, además, permitir que ellos marquen la pauta y, de paso, hacerte musulmán. Dice la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que una cosa es acoger y otra integrar. En efecto, lo malo es que a veces antes que difícil la integración es imposible, porque el asilado no quiere integrarse, odia al país de acogida. Odio, sobre todo a Cristo. Y, pese a todo, la norma sigue siendo la misma: Fronteras abiertas y acogida al emigrante. Lo de Aylan Kurdi es muy fuete. Fronteras abiertas, pero no estupidez. Eulogio López eulogio@hispanidad.com