- Pero en España hemos creado una jurisprudencia en la que no pagar la deuda contraída no es delito
- Y, por tanto, es moral.
- Pues no: no pagar una deuda es una injuria al acreedor, sea este rico o pobre, buena gente o un miserable.
- Rodrigo Rato me decepcionó pero me fastidia la manía española de pisarle el rabo al león después de muerto.
- Políticos y jueces son dos colectivos con una fuerte tendencia a alabar al pueblo (tendencia ancestralmente conocida como demagogia).
- Lo fácil es darle la razón, no al débil, sino al que moviliza más votos.
En
las lenguas semíticas, por ejemplo, en el arameo que hablaba
Jesucristo hace 2.000 años,
proferir una ofensa o no pagar una deuda era una misma cosa y se definía con los mismos conceptos.
En resumen,
existía la idea de que un compromiso de deuda no sólo pertenecía al
derecho mercantil sino al más elevado sentido primario de la justicia. Si te comprometías a pagar algo lo pagabas. Si no, no haberte comprometido.
Pero
esto ha cambiado mucho con las preferentes o con la OPV de Bankia y el juez Andreu.
Respecto a las
preferentes: si ha habido engaño sobre las condiciones del producto
leña al banco. Pero la generalización resulta injusta. Hubo suscriptores de preferentes que sabían, perfectamente, que estaban formando una
deuda perpetua, y bien pagada pero que podía ser no-pagada
si la entidad flojeaba. Sin embargo, políticos y jueces, dos colectivos
con una fuerte tendencia a alabar al pueblo (tendencia ancestralmente conocida como demagogia).
Es más fácil dar la razón, no al débil, sino
al que más chilla y al que moviliza más votos.
Con la
OPV de Bankia hemos llevado el asunto al límite. No hubo engaño en la salida a bolsa de
Bankia o se trató de un engaño aprobado por los
mejores cerebros contables y por todas las instituciones de
control bursátil y bancario. Es decir, que no hubo engaño. Lo que hubo fue una
mala evolución de Bankia, como de un montón de entidades más, tras su salida a bolsa. Pero es que, claro,
perder siempre fastidia.
El
juez Andreu (en la imagen) ha posibilitado que un juzgado dé la razón al Grupo Festina sobre la OPV de Bankia, es decir, una multinacional, quien, al parecer, contaba con un
departamento financiero de decenas de trabajadores que no leían lo que firmaban ni conocían los mecanismos de creación de precios en bolsa.
El juez Andreu ha creado un nuevo derecho mercantil según el cual está prohibido que el inversor -o sea, el especulador- pierda dinero: siempre debe ganar. ¡Pobre especulador!
Al fondo,
late la idea de venganza del poderoso. En este caso de
Rodrigo Rato. Para mí hasta Rato ha constituido una decepción personal de grueso calibre -creía en su honradez- pero tengo que decirlo, pero
me fastidia la cobardía generalizada en España de pisarle el rabo al león después de muerto. Y el pueblo español ha sabido captar esta miseria de su carácter:
a moro muerto, gran lanzada.
En cualquier caso, el principio moral indica algo muy sencillo: las deudas hay que pagarlas.
También es de moral el condonarlas cuando no se pueden pagar y está en peligro bienes mayores. Pero, en principio,
las deudas hay que pagarlas, porque no hacerlo es una ofensa al acreedor: te has burlado de él, sea rico o pobre,
buena gente o un miserable. Tiene derecho a cobrar y el deudor tiene el deber de pagar.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com