Ya he comentado en otras ocasiones que no me perturba lo más mínimo el Pablo Iglesias revolucionario. Tampoco el Iglesias hipócrita ni el Pablo matón. Lo que me preocupa, lo que no puedo resistir, lo que supera toda mi paciencia, es el Pablo Iglesias cursi.
Pues aquí le tienen. Sí, han oído lo que han pesado que han oído. En colaboración con su pareja, la ministra de igualdad Irene Montero, don Pablo se dispone a financiar un proceso sutilísimo para que una mujer maltratada por su pareja pueda llevarse a su refugio a Cuchi. Vamos, a su perrito, gatito o ratoncito.
Asegura don Pablo, hombre sensible, que muchas víctima de la violencia de género no abandonan su tortura por miedo a no poder llevarse a Cuchi al refugio. Pero tranquila, querida amiga, aquí está Pablo, para llevarte a tu Cuchi. No sin mi mascota.
Me gustaban más los comunista de antes, tipo Stalin o Fidel Castro. Con ellos sabían a qué atenerte. Pero lo cierto es que el Pablo cursi resulta demasiado fuerte para mí.