Los que ya somos periodistas más que veteranos -viejos, para ser exactos- arrastramos muchos defectos. Pero prefiero que sean otros quienes los cuenten. Yo me dedico exclusivamente a la autoalabanza.
Por ejemplo, para el viejo periodista el hecho de que una idea partiera del poder era sencillamente sospechosa.
Hablo del poder político, del económico o del más peligroso de todos: el poder cultural e informativo.
Por el contrario, percibo en las nuevas generaciones de plumillas, entre un sinfín de virtudes -por ejemplo, mejor preparación tecnológica e idiomática-, una lamentable tendencia a aceptar que, si alguien está arriba por algo será. Y, en resumen, que el poder. de cualquier tipo, no miente.
Algo así como “si lo dice el poder por algo será. Si no, no habría llegado tan alto".
Y sí, a mi me preocupa esta tendencia del joven periodismo.