• A lo mejor es necesario advertir que un varón no es un macho, por la evidente razón de que también existen cerdos machos pero no existen cerdos varones.
  • Ha sido la lascivia lo que ha provocado que el varón actual odie la feminidad.
  • La virilidad son tres cosas: discreción, consolación y generosidad.
  • El varón afeminado tiene que ver con la feminidad lo mismo que el vino con el vinagre.
Todo tópico, por bobo que sea, tiene algo de cierto. Hasta el más estúpido de todos en el momento presente, el de la ideología de género y la violencia machista, parte de una idea cierta: el odio que muchos hombres de hoy sienten por la mujer y por la feminidad. ¿Cómo hemos llegado a este punto, ligeramente desagradable? No hablemos de misoginia, que es palabra demasiado manipulada por el tonti-feminismo imperante y en este apartado prestaríase al pitorreo y nos alejaría de la cuestión nuclear. Hablemos de odio. La madrileña Marga, recipiendaria de revelaciones de Cristo, lo explica así en su libro El Triunfo de la Inmaculada: "Asco y podredumbre de hombres añejos, podridos por el vicio de sus años jóvenes. Cómo odian a la mujer por eso". Y cuanto menos viriles son, más odian a la mujer. Esta frase, merece ser grabada en bronce. Todo un análisis sociológico en siete palabras: Cómo odian a la mujer por eso. La ha prostituido -cierto, ¡ay dolor!, que la mujer ha colaborado en su propia prostitución- y ahora la miran con desprecio infinito. Durante años no han visto en la mujer, incluida la propia -esto es tristísimo, oiga- sino un trozo de carne aprovechable y entonces se produce lo otro, que también revela Marga: "el ojo del hombre se halla corrompido por el pecado. Ya no mira a la mujer con ojos limpios. Imposible para él. Todo, en ella, le recordará a lo corrompido que ve por ahí". Hemos perdido la feminidad, que debe volver a extremar el pudor, y hemos perdido la virilidad, que debe volver a amar a la mujer en lugar de cosificarla. ¿Y qué es la masculinidad? Son tres cosas: discreción, consolación y generosidad. La masculinidad aporta consuelo a la familia y a la sociedad. A lo mejor es necesario advertir que un varón no es un macho, por la evidente razón de que también existen cerdos machos pero no existen cerdos varones. Pero, optimista que es uno, considero que esa etapa está superada así que sólo tengo dos cosas que decir: 1.- O volvemos a extremar el pudor de la mujer y el respeto del hombre hacia su compañera o ninguna ley contra la violencia de género (por lo demás tremendamente injusta con el varón) va a generar otra cosa que más violencia de género, sea física, psicológica o moral (odio). Esta tercera es la más peligrosa. No vendría mal el regreso de aquellos viejos sermones catequéticos sobre el pudor y la modestia, así como la salvaguarda de la pureza en las relaciones de juventud. Tampoco vendría mal la contención de la pornografía como nefando crimen machista (y feminista, pero dejemos eso). En segundo lugar, recordar qué es la virilidad. Tres cosas: discreción, consolación y generosidad. Un varón que busca ser el centro de atención se está afeminando. Un varón que busca ser consolado en lugar de consolar, se está afeminando; un varón que atesora para el futuro -es que lo hacen muchos a día de hoy- y que no ofrece todo lo que tiene a su familia y sus próximos se está afeminando. Y ojo, el varón afeminado no tiene nada que ver con la feminidad, de la misma manera que el vino tiene el mismo origen pero nada que ver con el vinagre. Eulogio López eulogio@hispanidad.com