• Ciclistas en cueros protestaron ante la residencia del presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Blázquez.
  • Contra la opresión clerical, naturalmente.
  • El único problema del nudismo ciclista estriba en desinfectar con lejía los sillones tras las manifestaciones.
  • No escondían el culo, sino la cara, pues mostraban con orgullo el lugar donde su cerebro anida.
Estaba yo preocupado por la superficialidad de determinadas protestas del momento. Pero, por fin, he contemplado a hombres y mujeres profundos y profundas: una manifestación de ciclistas nudistas y nudistos -incluso de nudistas ciclistas y hasta nudistos ciclistos- ante la residencia del presidente de la Conferencia Episcopal española y arzobispo de Valladolid, don Ricardo Blázquez. Siempre me he preguntado si los nudistas en bici limpiarán luego con lejía y amoniaco los sillines de la bicicleta desde la que exhibían su cosmovisión profunda. Asientan sus posaderas (un acto filosófico, no cabe duda) sobre el cuero, postura incómoda, propia de quien está dispuesto a sacrificarse por la causa. Es curioso, porque los nudistas de Valladolid no escondían el culo, sino la cara, es decir, allá donde su cerebro anida, porque lo que se oculta nunca es aquello que da identidad al hombre, en el común de los mortales, el rostro. Podríamos seguir pero soy un egoísta: prefiero reír a solas. En cualquier caso, España es hoy más intelectual que ayer. Eulogio López eulogio@hispanidad.com