- La pareja gallega sabía a lo que se arriesgaban si eran descubiertos.
- Asunta ya había nacido y era, por tanto, sujeto de derechos y de protección pública. El nonato, no.
- Nadie puede obligarme a pensar que los hechos son justos por el simple motivo de que sean legales. Verbigracia, el aborto.
Rosario Porto (
en la imagen) y
Alfonso Basterra han sido condenados por matar a su hija Asunta, en lo que, por cierto, ha constituido otra 'gloria' de la telebasura mórbida. Y no me refiero a Tele 5 o a
La Sexta sino al conjunto de las televisiones y otros medios del país. Bastante repugnante, la cosa. Ese morbo general,
con un juicio retrasmitido en directo, como si se tratara de Sálvame, ha incitado a toda España contra los padres de Asunta. Realmente resulta un poco llamativo: ¿Adoptas a una niña y luego la asesinas? Todo ello suponiendo que el veredicto sea cierto. El hecho de que un hecho sea cosa juzgada no significa que el fallo sea el acertado. La verdad sólo la conoce Dios.
En cualquier caso, vamos a suponer -y hay bastante indicios para hacerlo- que Alfonso Basterra y Rosario Porto son culpables, que realmente asesinaron a la pobre chiquilla. En cualquier caso, sólo una pregunta: ¿Qué diferencia a Rosario y a Alfonso de los 220.000 españoles que anualmente abortan a sus hijos? Claro, porque los abortos son 110.000 hay 220.000 culpables, aunque algunos, en especial los padres varones de la criatura, incluso desconozcan los hechos.
Por tanto, menos rasgarse las vestiduras. Puede que Alfonso Basterra y Rosario Porto sean dos indeseables pero
les considero mejores y peores que las mujeres que abortan o los hombres que, en ocasiones, ni saben que han abortado a sus hijos. Basterra y Porto serán más censurables en el caso de que los aborteros no sean conscientes -algo siempre lo son, no lo duden- de lo que hacen. Pero Alfonso y Rosario serían menos criminales que los 220.000 anuales cuando éstos últimos son plenamente conscientes, porque, al menos, la pareja gallega sabía a lo que se arriesgaban si eran descubiertos. Asunta ya había nacido y era, por tanto, sujeto de derechos y de protección pública: los pobres nonatos asesinados en el vientre de sus madres, no.
Y
hablo de abortos quirúrgicos, por no hablar de abortos químicos (los anticonceptivos), estadística imposible de conseguir pero que me temo multiplica el número de homicidios en quirófano.
En plata: sí,
lo de Alfonso y Rosario es tremendo… si realmente mataron a su hija y parece que lo hicieron. Pero a nuestro alrededor pululan decenas de miles de rosarios y alfonsos… y encima les calificamos como ejercientes de derechos.
Por cierto, en mi opinión, el otro caso gallego, el de los padres que eutanasiaron a su hija, con todos los parabienes legales, eso sí, tampoco se diferencia mucho, en mi opinión, de Alfonso y Rosario, salvo en el plano jurídico, porque lo de Asunta era un delito mientras lo de la niña eutanasiada contó con todos los parabienes legales. Es mi opinión personal, ciertamente, y se basa en lo mismo:
todo acaba en lo mismo, en muerte. Sea asesinato, aborto o eutanasia. Y nadie puede obligarme a pensar que los hechos son justos por el simple motivo de que sean legales. Verbigracia, el aborto.
¿Que las comparaciones son odiosas y no sirven para nada? Son odiosas, sí, pero sirven para algo: para pensar.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com