• Si están aquí, hay que atenderles. Dicho esto:
  • La iniciativa de Anne Hidalgo, no sólo no resuelve el problema de los refugiados, que camina en dirección opuesta.
  • El problema hay que solucionarlo en origen.
  • No se trata de crear un campo sino de integrar a los que llegan.
  • Además crea la descoordinación total entre Estado y municipios.
  • Y encima se te cuelan yihadistas.
¿Qué voy a decir acerca del proyecto de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo sobre lo refugiados de París? Pues que se trata de una horrible que hay que poner en práctica. Si están aquí hay que atenderles Es cierto que Anne Hidalgo parece actuar mirando al tendido cuando anuncia su propuesta, y que esta puede resultar interesada. Pero eso no importa. Entonces, ¿este es el camino a seguir ante la tragedia de los miles de refugiados que llegan a Europa? Naturalmente que no. No sólo no soluciona el problema por su cortedad sino que, además, camina en dirección opuesta. Pero hay que hacerlo. El problema de los refugiados hay que solucionarlo en origen: los sirios deben vivir en Siria y los iraquíes en Irak. Hay que ayudarles allí y para esto hay que utilizar las armas. En segundo lugar, la decisión de un ayuntamiento pone en solfa toda la coordinación de las distintas autoridades, especialmente entre ayuntamiento y Gobierno. Por ejemplo: ¿va a vigilar Anne Hidalgo que no se le cuelen yihadistas que conviertan su campo de refugiados en un nido de terroristas dispuestos a matar? No, porque no puede. Y es que una cosa es acoger y otra integrar. Si metes refugiados en un campo de tiendas es posible que acabes creando un campo de concentración. El refugiado es una persona no una mascota: sus hijos necesitan ir al colegio y él necesita trabajar. Necesita, sobre todo, ser consciente de su dignidad, valerse por sí mismo. Es decir, hay que enseñarle un idioma, tiene que tener acceso a la salud para no convertirse en agente patógeno, libertad de movimientos para subsistir y probablemente un lugar donde rezar, etc. Y el país de acogida tiene el derecho a obligarle a aceptar las normas básicas de la sociedad así como el respeto a sus costumbres, a su religión, a sus mujeres, etc. Eso no puede hacerlo un ayuntamiento, ni tan siquiera el de París. Dicho esto: si están ahí, tienes que ayudarles y ellos se tienen que dejar ayudar. Sobre todo porque ya están ahí y porque no puedes echarles. El camino de vuelta está cerrado. Eulogio López eulogio@hispanidad.com