Ocurrió en un pueblo andaluz, tras producirse el alzamiento franquista. El alcalde reclamaba al Ministerio del Interior la respuesta a una pregunta clave: ¿Qué hacemos con el cura? Han pasado 62 años y con el gobierno Zapatero y Sánchez volvemos a repetir la pregunta.
A Pedro Sánchez le están saliendo mal las cosas como presidente del Gobierno. En Cataluña solo aspira a un falso éxito del diálogo. La economía es lo peor, causa de ello es que se ha torcido la creación de empleo, en parte, porque la gente de la economía no se fía un pelo de Pedro Sánchez. Es más, cada día son más los convencidos de que España, con este gobierno afronta una nueva crisis económica cuando Mariano Rajoy apenas nos había sacado de la anterior.
En una entrevista, la ministra Isabel Celaá asegura que una opción es demoler el Valle; otra, convertirlo en cementerio civil… que es lo mismo
Y todo ello con unos compañeros de Gobierno de lo más dispares a los que solo une su cristofobia y su aversión por España. Cualquier medida económica del Ejecutivo, cualquier medida sobre la unidad del país (territorial, que le dicen) topará con el desacuerdo de uno u otro grupo que le aupó a la Moncloa. Con lo único que puede logra un consenso seguro es su postura de comecuras. Por ejemplo, con el Valle de los Caídos. Y eso a pesar de que ‘Juan Español’, contra toda la propaganda gubernamental, continúa pensando que lo mejor es dejad que los muertos entierren a su muertos.
No, no hablamos demasiado del Valle de los caídos. En tal caso, hablamos poco.
Repitamos: Pedro Sánchez no es francófobo, es cristófobo. Lo que realmente pretende el presidente del Gobierno es demoler el Valle de los Caídos. Sobre todo, la Cruz. Lo de Franco es solo la excusa.
Y sí, Pablo Casado, entre sus muchos errores, ha tenido el acierto de la Ley de la Concordia
En una reciente entrevista, la ministra Isabel Celaá asegura que una opción es demoler el Valle; otra, convertirlo en cementerio civil… que es lo mismo. Porque en el Valle hay poco de civil: es un cementerio civil, un monasterio benedictino, una basílica católica y una enorme cruz de Cristo. Todo poco civil.
Oficialmente, asegura lo contrario: dice que lo único a lo que llega el Gobierno es a la exhumación de los restos del dictador. Eso sí, del resto, de destruir la cruz del valle, desacralizar la basílica y expulsa a la comunidad de benedictinos… ya se encarga el Parlamento.
Al final, recuerden que lo que la España actual necesita es el viejo consejo de un tal Manuel Azaña: “Paz, piedad y perdón”.