El día del patrón de España, Santiago Apóstol, mártir del rey Herodes, no es festivo, sino día laboral. ¡Qué país más curioso!
Ahora bien, no es mal momento para analizar el padrinazgo, que siempre viene marcado por el apadrinado, no por el padrino. En definitiva, ¿qué es España? Pues España es un producto de la Tierra de María, un producto de la fe cristiana. Durante siglos fue el baluarte de esa fe cristiana, que en política pude traducirse así: lo que importa es el individuo, no la colectividad, la persona, hijo de Dios es el eje de la acción política.
España lleva en crisis toda la era Moderna, desde la Revolución francesa hasta aquí
En definitiva, España, hoy descristianizada, se enfrenta a un ser o no ser: o recristianización o consunción, sea por liquidación o sea por tedio (esto último es muchísimo peor: provoca melancolía).
Y la solución a los males de España estriba en dejar de mirarse el ombligo y mirar hacia fuera
España lleva en crisis durante toda la Edad Moderna, desde el momento mismo en que se abandonó al cáncer ilustrado y racionalista -siempre pedantón- y empezó a mirarse el propio ombligo. El país que detuvo a los musulmanes en el sur, a los turcos en Lepanto, a los luteranos (la revolución más peligrosa a la que se ha enfrentado Europa) en el norte y que expansionó la fe católica por toda América, se volvió sobre sí misma en una permanente guerra civil, que ha sido la marca de España durante los dos últimos siglos. Siempre que los españoles se vuelven sobre sí mismos causan un estropicio. De España, Tierra de María, se espera la generosidad de salir afuera. Como en Hispanoamérica.
España no es una monarquía, es sobre todo la Tierra de María
El péndulo de España está siempre entre generosidad o cainismo. Ahora mismo estamos en el cainismo, pero podemos cambiar.