Con esa cara de chico bueno que expone cuando va a decir la barbaridad más gorda, Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, el rayo que no cesa, ha asegurado que le constaba -es un hombre bien informado- que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz -el portento de la Moncloa- estudia el establecimiento de la jornada laboral de cuatro días por semana. En lugar de cinco, un sistema periclitado, propio del… tiempo actual. Mecanismo habitual en el dúo Picapiedra: don Pablo Iglesias lanza la nueva tontuna y don Pedro Sánchez, abrirá un debate, una reflexión, en el seno del Gobierno.
Televisión Española, siempre atenta a los más oscuros deseos podemitas, nos ha puesto como ejemplo un restaurante donde las cosas van mucho mejor desde que han instaurado la jornada de cuatro días a la semana, porque los empleados están mucho más contentos. Y fíjense ya lo tenían preparado desde el momento en que Pablo Iglesias soltó la buena nueva en una entrevista con la sin par Mónica López, ‘la Isobaras’.
Ahora bien, servidor discrepa. ¿Trabajar cuatro días a la semana para reducir el paro? ¿Por qué tanto? ¿Por qué no uno y así acabamos con el paro de forma definitiva? Digo yo que si cada uno trabaja ocho horas a la semana habrá empleo para todos en España.
Es cierto que, como aseguraba una carta publicada en un diario, años atrás, y siguiendo el muy profundo silogismo paulino (de Pablo Iglesias, no de Pablo de Tarso), podría conseguirse el mismo efecto, prohibiendo el trabajo femenino. Si las mujeres se quedan en casa (con el teletrabajo mucho me temo que esta expresión ha dejado de tener sentido) el paro también se reduciría a mínimos. Pero, no sé por qué, intuyo que no conseguiríamos consenso político al respecto.
Don Pablo Iglesias progresista en lo económico. Esto es: trabajar menos, cobrar más y quejarse siempre
No, yo propongo la jornada semanal de un solo día de trabajo. Serían ocho horas de curre semanal pero, eso sí, extraordinariamente intensas. Y los currantes felices y contentos, con seis días de vacaciones por semana. Nuestro objetivo es la felicidad del proletario.
Y también podemos reducir el salario a un solo día, con lo que conseguiríamos suprimir tantos lujos superfluos que están asolando al planeta y a la diversidad.
Ahora bien, don Pablo es progresista en lo económico. La economía progre consiste en lo siguiente: trabajar menos, cobrar más y quejarse siempre. Que es un remedo del viejo dicho: que se mueran los ricos y las mujeres de los pobres.
No. Seamos serios y analicemos la brillante sugerencia de Pablo Iglesias: la jornada laboral debe reducirse, los salarios, ni un céntimo de euro. Pero entonces, ninguna empresa será viable. Pues fácil: si ninguna empresa es viable las estatalizamos todas… y pagamos los salarios emitiendo deuda pública.
Menos leer y más escuchar al vicepresidente Pablo, que sale por la tele.