- En España las rebeldías separatistas han surgido cuando el gobierno central, identifiquémoslo como Madrid, andaba falto de ideales.
- ¿Quién se puede emocionar con un Gobierno, y un país, cuyo máximo ideal es la consolidación fiscal?
- ¿O con una clase política, y una ciudadanía, obsesionada con exigir derechos en lugar de cumplir deberes?
- España necesita un ideal por el que valga la pena luchar. Incluso dar la vida
Sí, no se asusten: la culpa del separatismo catalán, la tienen -al menos en origen- más Madrid que Barcelona. Me explico.
Los separatistas catalanes son, sobre todo, pesadísimos, y unos
narcisistas peligrosos. Ahora bien, la culpa del pulso permanente (el último el pasado 23 de diciembre, víspera de Nochebuena, para fastidiar un poquito)
no es culpa de Barcelona sino de Madrid.
Muchos catalanes y muchos vascos se quieren independizar de España, no porque odien a España, sino porque España ha dejado de ilusionarme. La ven de forma nítida, esto es falta de ideales. No olvidemos que
lo que une a los pueblos siempre es el fuste poético de un esperanza común, un objetivo por el que valga la pena luchar.
La historia de España es egregia, es su presente lo que preocupa. España es, por de pronto, la historia de la civilización occidental, el país que más y mejor ha defendido la
fe en Cristo.
Tanto en el este (Turcos), como en el Sur (musulmanes), como en el Norte, frente al paganismo escandinavo, como en la Europa central (protestantes), como en Hispanoamérica, frente a Inglaterra y Holanda (piratería y colonización genocida)
el catolicismo llegó hasta donde llegaron la fe y las armas españolas de Felipe II, forjadas en el idealismo de Isabel la Católica. Aquella España tenía un ideal: evangelizar el mundo. Vamos, que un personaje como
Pablo Iglesias hubiese sido echado a patadas del país, un personaje como
Ada Colau hubiera sido expulsada de Barcelona y un personaje como
Mariano Rajoy hubiera sido objeto de chanzas populares.
No,
Madrid no ha servido ofrecer un ideal, que en el caso de España sólo puede ser un ideal de evangelización y de defensa de la
cosmovisión cristiana de la existencia. Eso, en un país que no pierde batallas aunque sí guerras civiles (España ha vivido siempre en permanente guerra civil) es lo más grave,
lo que da alas al separatismo.
¿
Mariano Rajoy es el hombre como para invertir esta situación? No. Y mientras España no vuelva a sus raíces cristianas, nadie querrá ser compañero de viaje. Entre otras cosas, porque
no tendrá un ideal que ofrecer.
Y todo ello no quita responsabilidad al insigne orate,
Artur Mas, que no cejará hasta convertir la poderosa
Convergencia en un partido extra parlamentario. Para más información
ver la encuesta de La Razón, publicada este martes.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com