- Sería la repercusión más ingrata del escándalo de las cuentas falsas, que ha cortado la cabeza del Ceo, John Stumpf.
- Wells Fargo es la principal entidad americana de banca minorista, en las antípodas de la banca de inversión.
- Los tipos de interés en mínimos amenazan a toda la banca, pero más a la doméstica, que presta servicios.
- El caso es también un toque de atención sobre la presión a las plantillas con los objetivos; no vale todo.
John Stumpf, consejero delegado de
Wells Fargo, ha optado finalmente por la
dimisión, un mes después del escándalo de las
cuentas falsas creadas por sus empleados. Le sustituye
Timothy Sloan, hasta ahora jefe de operaciones del banco.
Al margen de la gravedad del caso, que la tiene, la decisión de Stumpf despierta algunas consideraciones inevitables, que afectan tanto al modelo más
aceptable de banca, el de
banca minorista, como al cuidado que deberían tener todas los entidades con sus profesionales. Y es que no vale todo en el
dichoso lema
"objetivos, cumplan los objetivos". La ambición de los bancos de cargar las tintas sobre sus trabajadores, para que sean más productivos, tiene frutos amargos.
La historia, en breves trazos, es muy sencilla, pero
ha puesto en solfa la cultura financiera de una entidad histórica. Los empleados abrieron más de
dos millones de cuentas, a nombre de clientes reales, pero sin que éstos lo supieran. Los hechos ocurrieron durante años y llegó el día en que estalló. ¿El saldo?: una
multa de 185 millones de dólares y, la reacción del banco: el
despido de 5.300 empleados. Y a eso se unió después toda la presión contra Stumpf, también de los legisladores. Demasiados años sin una supervisión eficiente.
Pero más allá de los hechos en sí, el caso de Wells Fargo es interesante porque se dan la manos todas los ingredientes de la actual
crisis bancaria. Y ocurre, encima, en la
principal entidad americana de banca al por menor, la más alejada del modelo de
banca de inversión, más dada a burlarse de las buenas prácticas bancarias (peligrosas por el componente especulativo). El británico
HSBC es un buen ejemplo. O
Deutsche Bank, ahora tan cuestionado.
Es ahí precisamente donde está el problema: que el caso acabe golpeando a todo el sector de
banca doméstica, la más amenazada de todas por el impacto en el estrechamiento de
márgenes de los
tipos de interés, en mínimos históricos. La banca al por menor es la que más servicios presta al común de los mortales, no sólo a los más acaudalados y amantes de la
especulación.
En España, dicho sea también, está el mejor ejemplo de esa banca, frente a los grandes grupos bancarios que siguen el modelo anglosajón.
Y todo lo ocurrido en Wells Fargo es también, finalmente, un
toque de atención sobre la
presión a las plantillas para que busquen negocio (un fin lícito),
al margen de cualquier medio (no siempre lícito). Nunca están justificados los medios por el fin.
Eso es lo que está pagando, además, Wells Fargo, que tanto presionó a sus empleados para cumplir objetivos, que encontraron una vía de escaque para parecer que los cumplían (las cuentas falsas) y encima cobraban los
bonus por ello. Eran más
productivos y también más chapuceros.
Rafael Esparza