El esquema del taxi era más justo que el de las VTC, lo que ocurre es que se ha pervertido.
El sistema del taxi consiste en un conjunto de pequeños propietarios, cada uno de los cuales recibe una licencia pública, lo que significa precio tasado, mientras mantiene su condición de propietario.
Los VTC son proletarios, con coche propio o facilitado por la empresa, pero no pueden ejercer su trabajo por sí mismos. Es más, asumen el riesgo de los recursos, pero no los beneficios de la actividad. Por eso sí sería justo prohibir las VTC... si se obligara a cada taxista a poseer una sola licencia, a no poder venderla y a trabajarla él. Es decir, si se primara a la pequeña propiedad privada -que es la que otorga libertad-, frente al proletario, que no deja de ser lo propio de un sociedad servil.
La doctrina social de la Iglesia prefiere los propietarios a los proletarios
Por eso resulta tan absurdo que los taxistas se comporten como podemitas neocomunistas, y por eso resulta tan tonto que la derecha defienda a las VTC, que son multinacionales, ciertamente, es decir, gente que odia la propiedad privada y ama la proletarización. Los siervos de siempre.
La podemización de los taxistas madrileños no ayuda
A la doctrina social de la Iglesia le gustan más los propietarios -una propiedad convenientemente distribuida- que los proletarios, siempre sometidos al control del Estado o de la gran propiedad capitalista.