Uber miente. Califica a los taxistas como monopolio repugnante. Y, en efecto, todo monopolio es repugnante pero los taxis no lo son. Los taxistas son un servicio público regulado que compite contra sí mismo. Cada taxista compite con el resto de los taxistas.
Monopolio es Uber, al menos duopolio, con Cabify. Y no olvidemos que los oligopolios pueden ser más repugnantes que los monopolios porque, encima, dan apariencia de pluralidad.
Además, si continúan proletarizándose le estarán dando la razón a Uber
Es cierto que los taxistas son autónomos, se han creado su propio puesto de trabajo; sí, tiene razón. Lo que ocurre es que el sistema del taxista autónomo se ha proletarizado y corrompido. Ahora te encuentras taxistas con muchas licencias y un sudamericano o marroquí al volante. Eso es como Uber, igualito.
Encima, los taxistas, galvanizados por líderes sindicales amantes de los micrófonos, se dedican a fastidiar al ciudadano, lo que parece haberse convertido en el nuevo estilo sindical: se trata de tomar como rehén, no a quien te fastidia, sino al conjunto de la ciudadanía que te da de comer. Como quien dice, maltratar al cliente.
Y el Gobierno Sánchez ya tiene la solución: trasferir el problema a las CCAA. Es decir, crear 17 problemas
A cambio, el Gobierno propone transferir competencias a las CCAA. Es decir, que en vez de un problema, tendremos 17. Esto es muy progresista: muy de Pedro Sánchez: nos quitamos le problema, no porque lo solucionamos, sino porque se lo enviamos a provincias. Y encima quedamos como unos tipos descentralizadores, casi federales, gente progresista. La monda lironda.