- Juan Goytisolo habría suspendido catecismo en segundo de primaria pero ha decidido explicarnos la nueva teología cristiana.
- La pregunta es: ¿a quién hemos constituido en nuestros maestros?
Hasta ahora, a mis 55 abriles, había permanecido en la ignorancia sobre las grandes cuestiones. Pero todo cambió la mañana del domingo 9 de agosto cuando compré mi ejemplar de El País, versión papel -soy así de antiguo- y me eché a la cara
el artículo Fe y razón, de Juan Goytisolo (
en la imagen). Ahora soy un hombre nuevo, he comprendido el sentido de la vida o, por lo menos he comprendido que algunos son tan agonías que consideran que la vida no tiene sentido alguno porque son incapaces de encontrarlo, pendientes como están de su propio ombligo. Por ejemplo, el señor Goytisolo.
Don Juan nos informa de una novedad que supone un avance definitivo en el pensamiento filosófico: Resulta que la actitud de la Iglesia frente al divorcio, la contracepción (evita el nombre aborto, que continúa sonando mal) o el celibato del clero (este punto preocupa mucho a Goyti) son elementos rancios y anacrónicos.
Luego confunde el limbo con el infierno, y entonces asegura que la Iglesia considera al infierno un estado psíquico y al limbo inexistente. Más cierto lo segundo que lo primero y falsas ambas proposiciones pero, en cualquier caso, maestro, más bien es al revés: el limbo sería un estado psíquico y el infierno un lugar de condonación. Sí, Goyti, podemos llamarlo 'lugar' a pesar de que la finura filosófica de Juan Pablo II le llevara a especificar que el Cielo no es un lugar… en tanto que los espíritus no habitan el espacio. Pero eso es de segundo de filosofía, campeón, y tú todavía estás en la escuela elemental de la catequesis y te comportas como el maestro ciruela, que no sabía leer y ponía escuela.
Nuestro Goyti prosigue: resulta que si el infierno es psíquico, los condenados de Dante en la Divina Comedia no podían sufrir los males de los que les acusa el escritor italiano: ¡genial, Goyti, sencillamente genial!
Argumentos tan profundos como éste son los que identifican a un librepensador como Goyti.
Pero la originalidad de nuestro galardonado pensador va mucho más allá: por ejemplo, la creación es dogma pero la evolución es ciencia. La verdad es que la evolución no explica la existencia mientras que la creación sí, pero eso no importa: lo que importa es que "
el infantilismo de las leyendas bíblicas en las que creen los fieles de las religiones reveladas desafía a la vez nuestra experiencia y razón".
Esto es muy cierto pero convendrán conmigo en que tampoco resulta muy difícil desafiar la razón de Goyti. En cualquier caso, lo mejor viene ahora: "
¿Quién puede dar por cierto el relato de Adán, Eva y la manzana o el de la cólera divina que condujo al diluvio y al mito multimilenario del Arca?"
. Pues, al parecer, millones de seres humanos a lo largo de toda la historia y de todas las culturas.
Ahora bien, lo que no es admisible es lo de la historia de la manzana. Sólo que es historia del infantilismo de Goyti, no de la Biblia, pues el Génesis no habla de manzana alguna, sino del "
árbol de la ciencia del bien y del mal". Querido Goyti: el tal árbol no está catalogado por los biólogos, lo que ha hecho sospechar a casi todos, menos a ti, que la Biblia describía una metáfora, y que llevó a cachondos como Chesterton a actuar la frase "
el desgraciado incidente de la manzana".
Uno pensaría que, en este punto, el bueno de Goyti continuaría navegando por el terreno del tópico verdulero (ninguna exageración, lean la mala leche del artículo), satanizaría a Juan Pablo II y Benedicto XVI y elevaría a los altares, mismamente ahí, al Papa Francisco. Pero no. Goyti no se aguanta ni a sí mismo y también arremete contra el Papa actual en el mejor estilo progre: te alabaré mientras me convenga, luego te destrozaré… que es lo que el Nuevo Orden Mundial (NOM) está haciendo con el Papa Francisco. Ahí va el picotazo venenoso: "
El papel de Francisco es menos el de un portavoz de verdades eternas que el de un comunicador en un plató de televisión".
Pero no me molesta la mala uva de Goyti: la doy por conocida. Lo que molesta es que a personaje que no aprobaría el catecismo en los primeros cursos de primaria, se les haya convertido en los grandes guías de la sociedad actual, que profiere insensateces desde la cátedra. ¿Porque la pregunta es: ¿quiénes son nuestros maestros?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com