El Papa Francisco (en la imagen) ha recibido al tribunal de la Rota y una de dos: o el padre Lombardi, a la sazón jefe de prensa de la Santa Sede, sigue siendo un desastre y transmite lo que no es… o yo empiezo a temblar.
A saber: nueva insistencia, como la que se hizo durante el Sínodo de la Familia (part one) para introducir el sacrilegio de que los 'irregulares' accedan al Cuerpo de Cristo, bajo el argumento de que, lamentablemente, hoy en día mucha gente se casa sin las debidas disposiciones. Por tanto, el matrimonio es nulo.¿Comprenden el truco? Resulta que Juan está divorciado de Juana y arrejuntado con Pepa, pero quiere comulgar. Es decir, que no cree en el sacramento del matrimonio pero quiere violentar el sacramento de la eucaristía. Hay gente 'pa tó'. Recuerden que vivimos el periodo kasperiano, el del cardenal Kasper (nada que ver con el fantasma) que apostaba por el sacrilegio y la profanación, así que a alguien se le ha ocurrido una idea genial: la nulidad exprés. Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma se dará un paseíto hasta la montaña. Si no podemos violentar la eucaristía para divorciados les divorciaremos por lo canónico en un santiamén y ya podrán comulgar.
Y miren por dónde, el Papa Francisco acaba de decirle al Tribunal de la Rota que mucha gente se casa por la Iglesia sin saber a qué se compromete. Y entonces, claro está, resulta que el matrimonio no es válido: nulidad exprés al canto.
Hombre, alguien -siempre hay un alguien empeñado en entorpecer los grandes hallazgos teológicos- podría argumentar que, si el personal no accede al matrimonio con las debidas disposiciones, comprometidos y esas cosas, la solución no es divorciarla sin las debidas investigaciones para que pueda comulgar sino… hacer que el personal se case con las debidas disposiciones. Mejoremos las condiciones del matrimonio en lugar de empeorar las de la eucaristía, que es el centro y raíz de toda la vida interior y de la Iglesia misma.
Pues al parecer no. La insistencia de 'fuentes vaticanas de toda solvencia' consiste en acelerar la nulidades para que puedan comulgar, en lugar de acelerar y mejorar la preparación al matrimonio para que luego no haya divorcios o, al menos, el personal sepa a qué se compromete cuando se casa, libremente, por la Iglesia.
Incluso ha habido vaticanólogos -¡gran oficio!- que se han apresurado a reinterpretar el discurso de Francisco ante la Rota, en la misma línea que el de Benedicto XVI. No seré yo, pobre mortal, quien contradiga a los periodistas religiosos quienes, por lo general, como Hans Küng, renuncian a ser papas para no perder el don de la infalibilidad. Pero, ello no obstante, juraría que uno de los primeros actos del pontificado de Juan Pablo II, y uno de los primeros actos del pontificado de Benedicto XVI, consistió en pedirle a la Rota justamente lo contrario: nulidades con calzador. Si el matrimonio no ha sido nulo, no se anula. Y al mismo tiempo, Juan Pablo II se preocupó de insistir, a tiempo y destiempo, a toda la clerecía para que explicaran el sentido cristiano del matrimonio. Es decir, lo contrario de la nulidad exprés y lo contrario de la aceptación de la falta de formación como eximente para la nulidad. Pero si lo dice un vaticanólogo no seré yo quien le contradiga.
Par mí que toda la culpa es del jefe de prensa del Vaticano, del tal Lombardi, que no se entera de nada. ¡Este Lombardi!
Eulogio López
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