Se convierte al islam y asesina a cuatro policías. Pero no consta que se hubiera radicalizado. Menos mal. Fanatismo no es creerse en posesión de la verdad. Eso es sentido común. Si creo en algo, ¿cómo podría no estar convencido de aquello en lo que creo?

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Fanatismo es no saber convivir, no respetar a los demás y, sobre todo, no creer en la rectitud de intención del que no piensa como tú.

A lo mejor su radicalidad consistía en su conversión

Y ahora llegamos al asesinato múltiple de jueves en una comisaría de París. Nuestro hombre mató a cuatro compañeros tras su conversión, pero no contaba que se hubiera radicalizado, nos aclaran. Menos mal.

A lo mejor su radicalidad consistía en su conversión, a lo mejor es que el Islam lleva en sí mismo un germen de radicalidad. Porque claro, sorprende que los atentados terroristas, especialmente los más sangrientos, nunca sean perpetrados por católicos, sino por islámicos.

Naturalmente, el Islam es religión de paz y el autor, un incontrolado

¡Ah! y no por qué, conviene recordar aquello que  no son malos porque estén locos, primeros son malos y, por malos, acaban por volverse locos, que es distinto.