El pinchaúvas del presidente del Parlamento Europeo, el alemán, Martin Schulz, cuyo gran logro político consiste en su pertinaz empeño en retirar los crucifijos de cualquier espacio público europeo, ha viajado a Turquía para alabar la capacidad de acogida de Turquía a los refugiados sirios.
Y el miserable de Recep T. Erdogan exige responsabilidades al Vaticano
Alabanzas a Erdogan (en la imagen junto al Papa Francisco), precisamente el peligroso fundamentalista con corbata occidental, que se ha convertido en un dictador, que ha masacrado al pueblo kurdo e impedido que sus hombres combatan al Estado Islámico, el mismo que ha utilizado a los chicos de Al Qaeda para apuntillar a su enemigo Bashar Al Assad, etc., etc., resulta que ese mismo se convierte en el gran filántropo de la guerra siria. Tiene bemoles la copla. Y mientras Schulz alababa la capacidad de acogida de Turquía a los refugiados sirios -¡joé, qué tropa!- el Papa Francisco se encargaba de recordar el genocidio más interesadamente olvidado de la historia, el del pueblo armenio a manos de los turcos, con cerca de dos millones de asesinados.
Mientras, el grandísimo cantamañanas Martin Schulz, alaba al tirano de Ankara
Y claro, el peligroso Erdogan se enfada mucho, bueno es él, y llama a capítulo al embajador del Vaticano. El Papa Francisco ha sido valiente. Los tiranos, y Erdogan es además de tirano un mal bicho, intentan siempre rehacer la historia. Y les fastidia mucho que les recuerden la verdad. No se lo ha recordado ningún líder occidental sino el Papa, un tipo sin ejército: ¡Bien por el Papa Francisco! Juan Pablo II demostró que con valentía y confianza en Dios se puede derrocar a cualquier imperio. Francisco sigue ahora su ejemplo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com