"El Brexit subraya la necesidad de un liderazgo calmado, firme y con experiencia en la Casa Blanca". Lo ha dicho ese prodigio de humildad y verdad -¡oh, sí!-, llamado Hillary Rodham Clinton. Oiga, futura presidenta, ¿qué tendrá que ver la mano fuerte -casualmente la suya- en la Casa Blanca con que los británicos hayan decidido marcharse de Europa? Pues eso, por la estabilidad, que, para la señora Clinton (en la imagen junto a Trump) significa el pensamiento único que impone el poder. En este sentido, asombra contemplar a tanto pope de la estabilidad clamando contra el populista Donald Trump, convertido en el enemigo público número uno de Occidente. En primer lugar, porque, como ya hemos recordado en Hispanidad, el abortismo de Hillary es mucho peor que la xenofobia de Trump. Mucho peor, mucho más grave. En segundo lugar, porque, aunque el Nuevo Orden Mundial (NOM) ha fracasado al defender la permanencia del Reino Unido en la UE y le ha salido el tiro por la culata, no cabe duda de que lo políticamente correcto, es decir, lo progre, es el abortismo de Hillary no la xenofobia de Trump. Hemos dicho lo políticamente correcto, es decir, lo que piensa la élite, no lo que piensa la mayoría. Así que, ¿alguien, salvo los ingenuos, puede creer que el futuro presidente de Estados Unidos será Donald Trump? No hombre no, lo de USA, como lo de otros tantos países occidentales, es una democracia vigilada, casada en elecciones con resultados preventivos y previsibles. O sea, elecciones amañadas antes de que se celebren. Hispanidad redaccion@hispanidad.com