- Y cuando el amor se vuelve odio cada sexo utiliza sus mejores armas. El varón, la fuerza bruta.
- El amor no consiste en mirarse el uno al otro: es mirar los dos juntos en la misma dirección.
Por supuesto, que
la llamada violencia machista, cuyos datos difundió el lunes el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género que preside (
en la imagen) va a seguir creciendo. Por mucha represión que se aplique contra el varón y por muchas proclamas feministas que se exhiban. ¿Por qué?
Al menos, por tres razones. A saber:
- Se disparan las separaciones y divorcios, los matrimonios fallidos. Y cuando desaparece el amor, si no es que se trata de mera atracción, surge la frustración y el deseo de venganza. Más que castigar después deberíamos pensar en dignificar la vida en común antes, convivencia que tiene que ser algo más que sexo o que meros sentimientos fugaces. Y cuando el amor decae, cada sexo utiliza sus mejores armas. El varón, la fuerza bruta.
- De hecho, toda la vida actual está enraizada en la banalización del sexo, al que se separa del amor. Se lo traduzco: hombres que se comportan como animales. Y así, ¿por qué nos rasgamos las vestiduras con la violencia? Amor no es mirarse el uno al otro sino mirar los dos juntos en la misma dirección. Tagore, pensador bastante indio, ya lo expresó hace mucho tiempo.
- La ley contra la violencia de género aumenta la violencia entre sexos. No se puede demonizar al varón ni considerarle culpable sólo por ser varón. Es decir, un varón desesperado. Y es que la ley es injusta. Por ejemplo, es el sacudido, el varón, quien debe demostrar su inocencia y puede ser encarcelado por la simple acusación de la mujer.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com