Virgen del Carmen, 16 de julio, festividad de la patrona de la gente del mar y una de las advocaciones marianas más antiguas y más querida por los cristianos. Es el día de la imposición del escapulario de la Virgen del Carmen y aquí me quiero detener.

Porque claro, lo de la romería en barca puede resulta entrañable -lo es- pero tiende a olvidarse que es la advocación mariana del Santo Escapulario de la Virgen del Carmen. Y ya puestos, algo que no se toca -no hace intelectual. Del privilegio sabatino. A ver, en plata: la promesa de la Virgen María de que aquel que lleve su escapulario con cariño, y naturalmente muera en gracia, será liberado del purgatorio el sábado después de su muerte.

¡Qué vulgaridad!, clama el comecuras. Pero el cristiano piensa en otra cosa: por ejemplo, con la muerte, el alma se separa del cuerpo y el tiempo es el cambio de lo mudable. Por decirlo de otra forma, el tiempo empieza a existir con el espacio. Sin espacio, no hay tiempo.

¿Cómo es posible que hablemos del próximo sábado cuando hasta que alma y cuerpo no vuelvan a juntarse no puede hablarse ni de sábados ni domingos ni de lunes? No lo sabemos, como tampoco sabemos nada sobre el mundo fuera del tiempo.

Pero como hemos caído un poquito bajo, el problema ya no es la discusión sobre el privilegio sabatin,o sino que cuenta dos cosas:

1.Nadie tiene ni pajarera idea de lo que es el privilegio sabatino.

2.Si no se cree en el pecado, tampoco en el purgatorio, y si no creo en el purgatorio, ¿para que me hablan sobre el privilegio sabatino?

Por lo demás, también ocurre que tampoco tengo ni idea sobre el concepto de tiempo (que es filosofía y física, no teología) y, sinceramente, tampoco me importa.

Es decir, necesitamos volver a pensar en cristiano, más que nada para poder volver a pensar.