Es, como decía el preciado historiador Arnold Toynbee, el “culto al poderío de la colectividad humana que es la religión pagana del Imperio romano y la de las polis griegas incorporadas al mismo”.

Y el neopaganismo ha reunido mucho éxito. “Este culto al poder humano constituye un noventa por ciento de la religión de un noventa por ciento de la humanidad actual”.

Es el espíritu onegero, capaz de fulminar la calidad en nombre de la filantropía

En 2018 la cosa no ha cambiado, sino que, como el viejo chiste, se han hinchado. La religión de hoy es el culto al poder de las masas, a esa mayoría social que todos los líderes políticos dicen comandar.

El espíritu onegero, humanitario e inhumano  mitad por mitad, se ha convertido en la nueva religión y en la ideología imperante. Es la vuelta del neopaganismo y es capaz de asimilar, con idéntica elegancia a fascismo y comunismo.