"Un método infalible para calmar a un tigre es dejar que te devore", dijo Conrad Adenauer.
Insisto, mira que me caía gordo, ya antes de su caída, el señor Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, todo un progresista. Pero ahora toca defender a Rubiales porque no es el tigre de la corrupción el que puede devorarnos. Corrupción siempre ha habido y siempre habrá, en España y en Sebastopol. Pero lo que realmente nos está devorando es la explotación espuria y cainita de la corrupción como arma letal contra el enemigo.
Cojamos el caso Luis Rubiales, expresidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF). Rubiales fue destruido por la exageración de su grosero pico con una jugadora, pero ahora se trata de anularle... por atreverse a enfrentarse al sistema nacional-feminista. Ahora la justicia, con su desesperante lentitud, ha entrado en la Federación y en casa de Rubiales para detener a todo quisque. Verdad o mentira, porque la administración de justicia en España deja mucho que desear (¡qué fino me he vuelto!) lo cierto es que había que fusilar a Rubiales por el pico con Jenny Hermoso, que, como todos los que vean la televisión saben y no ignoran, no fue consentido. Y eso, te pongas como te pongas, es gravísimo.
En España, necesitamos que la corrupción abandone el campo penal y se centre en el civil: el que ha robado que devuelva lo robado, con multa anexa. Y se acabó. Porque en esta España del siglo XXI a nadie le importa ya la honradez del hombre público: se trata de aprovechar la corrupción para liquidar al adversario.
Porque la otra opción es fusilar a Rubiales, al amanecer, sin juicio previo. Lo malo de esta solución extrema es que podría despertar, no las conciencias de los españoles, sino su modorra, algo que debe ser evitado cuidadosamente.
Necesitamos que la corrupción abandone el campo penal y se centra en el civil: el que ha robado que devuelva lo robado con multa anexa. Porque en esta España a nadie le importa ya la honradez del hombre público: se trata de aprovechar la corrupción para liquidar al adversario
¡Y que tenga yo que decir que tú eres 'güeno'! ¡Que tenga yo que defender al grosero e indecoroso y muy progre Rubiales! Pues sí: ahora toca defender a Rubiales, porque es defender la verdad y porque lo que está en juego es algo mucho más importante que un pico... aunque no consentido, que conste.
Reaccionemos combatiendo el tigre: no le calmemos... ofreciéndonos en holocausto ante su fauces. Siempre toca combatir la corrupción, pero ahora lo primero que hay que combatir es la utilización espuria de los casos de corrupción... o de los escándalos manipulados de corrupción.