Las protestas contra la amnistía a los políticos catalanes y contra el reconocimiento de Euskadi como nación no sólo ha hecho despertar el adormecido patriotismo español sino que, además, no se ha quedado en los vergonzosos pactos de Pedro Sánchez con los ‘orcos de Mordor' (Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV y BNG) sino que plantea otras cuestiones. Por ejemplo, la cuestión nuclear: ¿cuál es la esencia de España?

Ahí tienen a un señor que grita, santo rosario en mano, que España es cristiana y no musulmana. En principio, esto no tendría nada que ver con la ley de amnistía pero resulta que sí, porque el vergonzoso pacto de Sánchez, perpetrado con la sola idea de seguir durmiendo en Moncloa, ha despertado un patriotismo español que estaba dormido. 

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No pretendo mezclar política y religión. Lo que digo es que todo patriotismo cierto se apoya en la idea de una nación que hereda un legado cultural de sus padres y tiene el deber de trasmitirlo a sus hijos. Pues bien, el legado, es decir, la esencia de España, es el Cristianismo. Por eso la unidad de España es un bien moral, lo que no puede decirse de otros países.

Sí, creo que nuestro protestante obedece a una voz racional, lógica, sensata y acertada. Se equivoca, creo, cuando identifica al islam como el enemigo a batir. Lo es, ciertamente porque nos está invadiendo pero me temo que mucho más que en la media luna el problema español está en los cristianos tibios, en los católicos que han abandonado a Cristo. Vamos, que el enemigo está dentro, dentro de la Iglesia. De hecho, si los cristianos 'funcionáramos’ nada tendríamos que temer de los mahometanos.

Pero no está mal que España despierte aunque le cueste atinar con el origen de sus males, porque, oiga... ¡ya está bien!