El problema del turismo en España no se resuelve solo. A una población de casi 50 millones de españoles censados hay que sumar la llegada récord de 90 millones de turistas. Eso sin contar la invasión de cada vez más migrantes ilegales y otros proxies. Un país de recursos tan limitados como España ¿puede gestionar más de 140 millones de seres al año en su territorio sin crear tensiones sociales, ambientales, raciales, económicas y políticas?
Tiene mala pinta, por precisamente haber apostado todos los huevos de la economía a la cesta del turismo. Si no se remedia, moriremos de éxito, pero habiendo destruido la convivencia social y el stock natural de la península ibérica.
La perenne sequía no se soluciona con los turistas a quienes concedemos el derecho a bañarse cuantas veces quieran en el hotel de pago, mientras la población autóctona padece restricciones de agua. Tampoco con un cheque en blanco con derecho a consumir recursos naturales como si no hubiera un mañana, sin reparar o reponer porque parece que el patrimonio ecológico no es de nadie.
El famoso principio en la ley de cambio climático: “Quien contamina, paga” aparte de ser un alibi impune para algunos ecocidios graves cometidos, no parece que vaya con los turistas y su industria que con tal de hacer su agosto alargado son capaces de tolerar la contaminación de suelo, aire y aguas hasta el delirio administrativo por mantener el negocio.
Qué haremos cuando el campo ya no sirva, ¿importaremos todo de fuera como ya hemos hecho con los productos más elementales en la industria haciendo depender nuestra economía de las exportaciones asiáticas?
Mientras el 70% del territorio español es rural y está despoblado, el resto de la España es urbana, costera y con alta densidad al concentrar además la llegada de los hijos de sus padres y madres en tour ocioso para tensionar aún más las zonas tensionadas ya de por sí. Lo malo es que se ha puesto de moda, como denota la película “As Bestas”de Rodrigo Sorogoyen, sacrificar el campo con parques eólicos y solares porque no sale a cuenta vivir del rural que es el que dar de comer a los urbanitas y turistas en las grandes capitales y ciudades turísticas.
Qué haremos cuando el campo ya no sirva, ¿importaremos todo de fuera como ya hemos hecho con los productos más elementales en la industria haciendo depender nuestra economía de las exportaciones asiáticas? Los Epis del COVID, microchips, baterías eléctricas, minerales para la industria tecnológica, lapiceros, preservativos etc son ejemplos de la dependencia de productos estratégicos para España (y Europa), amén del petróleo y gas tanto de la dictadura de Maduro de Venezuela como de la Rusia de Putin a pesar de las sanciones internacionales por su invasión en Ucrania.
Pero volviendo al principio. Imaginen un país como España que prácticamente duplica su población fija y alterna en un año por la llegada de gente de fuera que vienen a disfrutar de nuestro clima, gastronomía y playas a cambio de dineros pero desplazando a los nacionales, tensionando los alquileres y viviendas de propiedad, degradando recursos y destruyendo la biodiversidad.
No volveré a repetir la buena intención de descarbonizar la economía propuesta en la Agenda 2030 y 2050 pero no se consigue con buenas palabras si no se descarboniza el PIB. Aplicar otro sistema de medición de la renta nacional como el PIB ecológico (PIBe) permitiría al menos valorar financieramente el patrimonio natural de una nación -dañado y destruido sin reponer-, debido a que comporta a la larga un coste real para las arcas del país.
Decir que el turismo en España representa el 13% del PIB es injusto porque si descontáramos fiduciariamente el coste del impacto ambiental a lo largo de un ejercicio en todo el territorio a lo mejor el ratio final sería muy inferior.
No sirve de nada encubrir y almacenar en el patio trasero la basura porque tarde o temprano aflorará por las ventanas de la fachada. Gestionar un total de 140 millones de seres humanos, con sus necesidades y caprichos, no hay dinero que lo soporte. España sí que es una sociedad limitada.
@IgnacioSLeon