Es la foto del ridículo y de la obscenidad. Sí, más de la obscenidad que del ridículo que nada es la estética sin la ética y a menudo acaba siendo un señuelo engañabobos.
La reina de España, Doña Letizia Ortiz Rocasolano, con una minifalda hortera que apenas le cubre el trasero a la impúdica.
La Reina Sofía -una decepción en aumento-, de su brazo, como buenas amigas que son. Para estas memeces sí tiene tiempo doña Sofía, para visitar a su esposo, desterrado en Abu Dabi, no.
Lo peor: la Princesa Leonor, educada en un colegio masónico, está saliendo igualita a mamá. Ya era grave que saliera igualita a papá... Y lo peor es que doña Letizia no deja de resultar la triste reina consorte, pero doña Leonor será reina de España de pleno derecho.
Escucho a algunas mujeres sensatas asegurar que la culpa de estos numeritos la tiene el Rey Felipe VI, quien no hace valer su autoridad. Dejemos a un lado si, de entrada, se lo ha planteado o no y preguntémonos: ¿realmente creen esas señoras que podría ejercer esa autoridad, que podría prohibirle a su esposa ir como una macarra... por escribir el adjetivo más suave que se me ocurre? ¿Cómo?
Y al día siguiente, para pasear de forma relajada por Palma junto al resto de su familia -con el Rey, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía-, la Reina elige unos shorts. Vamos, como se dice comunmente: no quieres caldo, pues toma dos tazas.
Señores, esto acaba en la III República. Podemos no podría haberlo hecho mejor.