Pintan bastos en Zarzuela. El asunto ha llegado a un extremo que Felipe VI, como producto de su cobardía e inacción de tantos años, va a tener que elegir entre su padre, Juan Carlos I, y su esposa, reina-consorte doña Letizia Ortiz.
Y no porque su padre sea un santo y Letizia no lo sea -creo que ninguno de los dos lo son- sino porque su padre no estaba aquejado de ese feminismo bobalicón (ya saben, todavía hay algo más tonto que un obrero de derechas: un hombre feminista) de tantos varones actuales que consideran que contrariar a la esposa es machismo, sobre todo cuando, como en el presente caso, la esposa ha colaborado escasamente a que la monarquía se convierta en una referencia moral del pueblo... que es lo único que puede mantener en el trono a un rey en la Europa actual. Juan Carlos I podría ser -lo era y no sé si sigue siéndolo- un golfo, pero, como buen golfo sano, a menudo abandonaba la práctica pero jamás lo teoría. Esto puede resultar incoherente y hasta hipócrita, ciertamente, pero para la persona de Juan Carlos o de Felipe, no para su condición de reyes.
He dicho que una monarquía sólo subsistirá en la Europa de siglo XXI si se convierte en un referencia moral para el pueblo, no en un modelo moral. Lo primero lo juzgan los hombres, lo segundo, Dios.
Sanchez está muy contento con este Rey de plastilina. Ahora, el enemigo de Felipe VI son las fuerzas que él mismo ha desatado con su cobardía. Y ahora, sí, puede pasar cualquier cosa en Zarzuela. Sí, he dicho cualquier cosa
Dicho de otra forma: Juan Carlos I era y es un golfo que cumplía sus deberes como Rey de España. Felipe VI es una persona pulcra que apenas se ha atrevido a ejercer sus deberes como Jefe del Estado.
Y la división ha llegado a tal extremo que el actual monarca deberá elegir entre su padre y su esposa. No hablo ni de divorcios, ni de regresos a España, ni de ninguna otra cosa que afecte a su vida privada. Hablo de su decisiones como Rey, que por haber seguido las indicaciones de la muy progre Letizia, se ha convertido en un desastre de monarca. Su modelo como Rey debiera ser, precisamente, su padre, al que ahora todos insultan.
¿Y Sánchez? Sánchez ya no es enemigo de Felipe VI, sólo su secuestrador. El presidente del Gobierno ya no pretende la III República. Está muy contento con este Rey de plastilina. Ahora, el enemigo de Felipe VI son las fuerzas que él mismo ha desatado con su cobardía. Y ahora, sí, puede pasar cualquier cosa en Zarzuela. Sí, he dicho cualquier cosa.