Ni la justicia española ni la suiza han logrado empitonar a Juan Carlos I, Rey de España, pero ahora puede conseguirlo su antigua y despechada amante -amiga íntima, si lo prefieren en cursi, en mi barrio bajo de Ventanielles decíamos querida-, de nombre Corinna Larsen... y a través de los tribunales británicos.
Lo de Juan Carlos I fue adulterio pero no se casó con la querida. El próximo rey del Reino Unido será un adúltero que se casó con su amante. ¿Hemos llevado por ello a los tribunales españoles a Carlos de Inglaterra?
Lo más cachondeable de esta ópera bufa es que doña Corina acusa a don Juan Carlos de 'acoso', con lo cual su Alteza Serenísima consigue un doble efecto: introducir una acusación de lo más equívocos e indefinible, como es el acoso, pero, al mismo tiempo evocador de lo que todo el mundo, por ejemplo en mi precitado barrio, entienden por acoso que es... eso que están ustedes pensando.
En las imágenes que contemplo de los viajes en los que la ilustre Corinna acompañó a Juan Carlos I cuando era rey de España, no parecía sentirse muy acosada. Eso sí, como su móvil no es el sexo sino que son el despecho y el dinero, doña Corinna ha declarado la guerra bajo el mendaz cargo de "acoso".
Y así, los ridículos tribunales británicos han metido el rejón contra una monarquía competidora y contra su atávico enemigo: España. Eso mola.
Y todo este ridículo de la milenaria Monarquía española no habría llegado a ninguna parte si no tuviera su origen en España. Mismamente, en Pedro Sánchez, cuyo mandato ha disparado el guerracivilismo
Al final, ni la pareja Lola Delgado-Baltasar Garzón había logrado encausar a Don Juan Carlos pero lo ha conseguido su antigua amante, que más parece despechada que acosada. A lo mejor Sánchez no quería eso, le bastaba con mantener prisionero al actual monarca Felipe VI para comportarse él, no sólo como jefe de gobierno, sino como jefe del Estado.
Al final, Juan Carlos I puede ser juzgado, incluso condenado, por su exquerida, Corinna Larssen. Y por jueces ingleses, el país, digámoslo otra vez, que más odia a la monarquía española.
Además, lo de Juan Carlos I fue adulterio pero no se casó con su amante. El próximo rey del Reino Unido de la Gran Bretaña será un adúltero que, al final, y tras un accidente de automóvil sufrido por su esposa, en el que, a su vez, pereció junto a su amante, se casó con su amante. ¿Hemos llevado por ello a los tribunales españoles a Carlos de Inglaterra? ¿No habrían protestado los ingleses? Pues no lo duden: Sánchez seguirá diciendo que Juan Carlos I debe dar explicaciones. Según lo veo yo, el Rey emérito sólo tiene que dar explicaciones a una persona, su esposa Doña Sofía, por su infidelidad y a aquellos españoles que siempre han visto en la monarquía una referencia moral. Desde luego, no a Pedro Sánchez, ni a su hijo Felipe VI, que más que arrugado parece ya encorvado sobre sí mismo.
Y todo este ridículo de la milenaria Monarquía española no habría llegado a ninguna parte si no tuviera su origen, no en Reino Unido, sino en España. Verbigracia, en Pedro Sánchez. Y también habría resultado fallido si el hijo del acusado, Felipe de Borbón hubiera tenido agallas para enfrentarse a un Frente Popular que sólo busca la instauración de la III República.
Por cierto, la razón de fondo por la que Corinna Larsen ha llevado a los tribunales a Juan Carlos I es porque este le utilizó como instrumento semibancario, como depósito, de su dinero. Cuando lo reclamó, Corinna le dijo aquello de "demuestra que el dinero es tuyo".
España, un país en guerra civil permanente y permanentemente coqueteando con el suicidio
Pido perdón a mis lectores por el lenguaje empleado en este artículo, pero es que el lenguaje políticamente correcto, sobre todo el de la izquierda española, pero en general de la progresía de izquierdas y de derechas, ha degenerado en un tontilenguaje inclusivo. Y esta neolengua para besugos, impera de tal manera que cuando leo a muchos de mis colegas me da la sensación de que el lector o el oyente no pueden enterarse de lo que ocurre.
Es más, la progresía, mentirosa de suyo, dice que sólo se puede decir aquello que puedes demostrar. Pues bien, aquí tiene una prueba de su mentira primera, yo les pregunto: ¿Pueden demostrar que Corina Larsen era la amante de Juan Carlos I? Sin embargo, lo era.
Y todo esto no es más que un reflejo, uno más, de un país que, desde la llegada del Sánchez y con el gobierno socio-podemita en el poder, vive en guerra civil latente. Ese guerracivilismo explica la alegría de algunos medios españoles porque un tribunal extranjero pretenda condenar -perdón, juzgar- al Rey de España. Un país en guerra civil permanente y permanentemente coqueteando con el suicidio.
Si lo piensan un poco es de lo más lógico. Recuerden que el PSOE histórico sólo aceptó a los comunistas en el poder, por primera y ultima vez, en septiembre de 1936, una vez iniciada ya la guerra civil. El insensato de Pedro Sánchez lo ha hecho sin estar en guerra y aquellos polvos trajeron los actuales lodos.