Decíamos ayer que el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), la mayor factoría del mundo en fecundación in vitro, es un negocio del que se vende que es vida pero resulta muerte, bien por la maquinaria de abortos selectivos bien por la eliminación de embriones... o por ambas cosas a la vez.
Decíamos que una serie de fondos podían pagar más de 2.500 millones de euros por el IVI. Pues no: KKR ha pagado 3.000 millones de euros, 500 más, por el IVI, lo que convierte en nuevos multimillonarios a sus fundadores.
Decíamos ayer que la fecundación in vitro no es vida, es muerte y que constituye el gran engaño de nuestro tiempo. Todavía la conciencia de los españoles no está tan laminada como para aceptar el asesinato programado, asesinato en serie, del ser humano más inocente y más indefenso como un derecho (aunque estamos en ello), pero si te dicen que con la FIV matrimonios que no han podido ser padres pueden serlo... pues entonces tendemos a ver a la FIV como una técnica maravillosa que, eso sí, a lo mejor tiene contraindicaciones en su ejecución.
Lo malo es que lo de la FIV no son contraindicaciones, lo de la FIV son abortivos selectivos o eliminación de embriones humanos (jurídicamente no es lo mismo, en esencia sí) donde para conseguir un hijo se mataba a no se sabe cuántos y se cosifica a los que quedan crioconservados (en la nevera, para entendernos).
Todo ello bajo el principio de que tener hijo es un don no un derecho. En tal caso, el derecho es el del no-nacido a no ser ni cosificado ni eliminado como "sobrante".