San Francisco de Sales, obispo de Ginebra, es patrón de los periodistas porque para evangelizar, y para luchar contra protestantes y calvinistas, utilizó hojas volanderas, no muchos lustros después del invento del momento: la imprenta. Es decir, utilizó las nuevas tecnologías, como ahora hacemos con Internet, convertida la WWW en la base de todo el nuevo periodismo.
La prensa española digitalizada es cada día más dócil con los poderes político, económico y cultural: a la sumisión se le llama profesionalidad
Empecemos con una muestra de humildad muy necesaria sobre la actual situación del periodismo, según una anécdota de nuestro santo patrón. Había una mujer que no dejaba de incordiar al obispo de Ginebra: aseguraba que era una mística, que recibía revelaciones extraordinarias un día sí y otro también. Al final, el obispo de Ginebra decidió responderle de esta guisa: si usted es un alma especial compórtese de manera especial: haga lo que tiene que hacer y esté donde debe estar. Nada más extraordinario, que cada amanecer. Ya saben: haz lo que debes y estate en lo que haces. Nada más extraordinario que lo ordinario.
Porque lo curioso del periodismo actual es que conmina un servilismo ante el poder con una notable e interminable presunción. Un servilismo asumido por una generación de periodistas en los que la seguridad en el trabajo importa más, mucho más, que la libertad.
El más censurado es el periodista cristiano: o deja sus principios en el perchero o que se olvide de medrar
Análisis de situación. El Nuevo Orden Mundial (NOM) intenta controlar Internet, un paraíso de libertad que acabó con el oligopolio de los grandes multimedia, y para ello utiliza tres patas: Google, los delitos de odio y la censura del bulo. de Google hablaremos luego pero los delitos de odio han creado, dentro y fuera de la prensa, una censura perversa, la de lo políticamente correcto, porque si dices algo que se escapa del discurso dominante, no sólo eres un paria, eres un odiador que, al menos en España, puede ser condenado hasta a cuatro años de cárcel. Atrévete a publicar cualquier discrepancia sobre el feminismo o contra los presupuestos del lobby gay y verás lo que te ocurre.
Los delitos de odio se han convertido en el principal flagelo de la libertad de expresión y de la libertad de prensa.
Luego está la censura del bulo, Toda una industria de censores y su siniestra arte liberticida con la excusa del bulo y la 'fake news'. Naturalmente, no se persigue la mentira, lo que se persigue al discrepante de la teoría oficial.
Ahora, la libertad de expresión, y de prensa, se está trasladando a los redes sociales, con todos los riesgos de calumnia e injuria que implica esta des-profesionalización del periodismo
Vamos con Google y sus colegas, especialmente Facebook, que se han convertido en ladrones, parasitos y censores de la prensa. Le roban la información a la prensa. Pero hay algo peor desde este lado de la barrera y es que, la prensa, mismamente la prensa española digitalizada, es cada día más dócil con los poderes político, económico y cultural y a la sumisión se le llama profesionalidad.
Hablo e insisto en la nueva censura. El más censurado por el algoritmo Google es el periodista cristiano: o deja sus principios en el perchero o que se olvide de medrar. Porque el objetivo final del NOM no es otro que borrar toda huella de cristianismo. Fracasarán.
No conocemos los componentes del algoritmo Google, pero ni es objetivo, ni es inane. Juzga contenidos y afianza el poder espurio, escasamente democrático del Nuevo Orden Mundial (NOM), de la nueva masonería.
Por mor de todo lo anterior, ahora, la libertad de expresión, y de prensa, se está trasladando a las redes sociales, con todos los riesgos de calumnia e injuria que implica esta des-profesionalización del periodismo. Pero mientras las redes sociales se muestren más libres que el periodismo profesional... ¡Que vivan las redes!