Hablando de odio y de delitos de odio. Decíamos ayer que el odio que el Sanchismo siente por el Valle de los Caídos no es político sino religioso. Antes que nada, Cuelgamuros es un sagrario católico y una cruz -símbolo cristiano- que es la más grande del mundo y que les hace chirriar los dientes.
El Gobierno Sánchez sufre de Cristofobia, y en Cuelgamuros ese odio va dirigido a los monjes benedictinos, a los que extorsionan y quieren rendir por hambre, y también al monumento artístico, una basílica y unas esculturas que se están descascarillando: observen las instantáneas de la cúpula del Santuario: con tal de fastidiar a los curas, Patrimonio ni se inmuta ante el deterioro de su propiedad.
Es lo que se llama odio a la fe, que tampoco respeta al arte.
Pedro Sánchez está repitiendo el error de los milicianos de su partido, unidos a comunistas y anarquistas durante la II República, cuando no sólo asesinaban a curas, monjas y laicos por el hecho de ser católicos sino que se divertían destruyendo obras de artes y profanando cementerios… de la misma forma que hoy Sánchez profana cadáveres.
Se llama ‘odium Fidei'.