No conozco a Rafael Mir, futbolista del Valencia, y como varón, si hay algo que no soporto es una violación sexual, el ultraje de un varón a un mujer aprovechando su mayor fuerza física: francamente repugnante.
Ahora bien, con el imperio feminista, una de las grandes estupideces que nos ha traído el Sanchismo, está prohibido hablar de abuso y de violación: ya todo es agresión sexual.
Estamos ante otra aportación de esa intelectual sin par llamada Irene Montero, quien ha provocado que muchos violadores vean reducida su pena. Además, al suprimir el abuso, en defensa de la mujer, hacemos que, con una mismo término, se iguale lo desigual, se homologue, por decir algo, una violación salvaje con una chuletada en el trasero, que es una grosería pero no es lo mismo. No defiendo las chuletadas en el pompis pero estarán conmigo en que no es lo mismo.
Y todo esto acaba en lo que acaba de leer en un periódico: "Agresión sexual con acceso carnal". Para mi que si lo hubiéramos dejado en abuso sexual frente a agresión-violación hubiera resultado menos ridículo. Las formas ridículas son malas cuando hablamos de fondos graves, como es el caso.
Y luego está la chorrada suprema feminista, lo del sólo el sí es sí, que, además de una tautología, esto es, una tontería, intenta convertir en blanco y negro lo que es una gama de grises. Veamos: el consentimiento en una relación sexual, es algo en lo que intervienes tres órganos, a veces enfrentados, del ser humano: la cabeza, el corazón y la entrepierna, tanto en el varón como en la mujer. Las pareja no van al notario antes de cohabitar.
El caso Rafa Mir en sí: no apruebo lo de las piñas de Mercadona, como no me gusta el sexo desamorado, porque me recuerda mucho a los perritos y el ser humano es algo más que un perro: es un ser racional. Además, como católico que soy, creo en la enseñanza de San Pablo: entre un hombre y una mujer que yacen juntos se establece una relación tan fuerte que debe ser eternamente disfrutada o eternamente soportada. Don Saulo quería decir que el sexo es una cosa muy seria y que no conviene trivializarlo.
Con todo, no soy el mayor aficionado al fútbol, yo no conocía a Rafael Mir. Ahora me sé toda su vida y milagros y la cosa acaba de empezar. Es injusto que siempre que se trata de un delito entre hombre y mujer, antes de ninguna investigación, resulta que el culpable ya es el hombre.
En cualquier caso, no sé si Mir es culpable o no y tengo muchos interrogantes dada la forma en que se produjeron los, hechos. Tampoco me gusta esa defensa de que la relación fue "consentida". A lo mejor no tenías que haberla consentido tú, Rafael. Ahora bien, ¿por qué se publica el nombre del acusador en todos los medios mientras las de su acusadora o acusadoras, así como la del juez, no? ¿Y si luego resulta que el acusado es inocente? ¿Cómo se le resarcirá?
A los ojos del mundo Rafael Mir ya es culpable y ya ha sido condenado y hasta ejecutado.