Tendría gracia que el Vaticano hubiera denegado la dimisión del ahora progre cardenal-arzobispo de Munich, Reinhard Marx y, sin embargo, aceptara la dimisión de Rainer Maria Woelki, cardenal-arzobispo de Colonia.
Y ya conocen la cachondada universitaria: ¿ese cura es de los que cree en Dios o de los que no cree en Dios? Bueno, pues Woelki es uno de los escasos obispos alemanes que, al parecer, cree en Cristo. Es el único alto cargo de la Iglesia alemana que no ha seguido a los majaderos del camino sinodal. Por tanto, sus colegas sólo buscan una cosa: fusilarlo.
La última palabra la tiene el Papa Francisco.