En 2006 Israel invadió el Líbano y desde entonces se ha arrepentido de esa decisión. Prometió que nunca lo haría de nuevo porque saben que los musulmanes son cobardes: se esconden detrás de sus propias mujeres y niños, a los que utilizan como escudo.

Hezbolá, al igual que Hamás, hace una guerra terrorista y esa guerra es muy difícil de ganar porque por cada terrorista que aniquilas has matado antes a muchos inocentes: sobre todo a sus hijos.

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En lo que también tiene razón Israel es que las guerras se ganan con la infantería, no con bombardeos. Los bombardeos son mucho más injustos y atrapan por igual a culpables e inocentes.

Lo segundo que hay que tener en cuenta en esta indeseable invasión de Líbano, antaño, insisto, enclave cristiano y occidental de Oriente Próximo, es que Israel, al igual que en 1948, está luchando por su supervivencia. No sé si nos damos cuenta de lo que esto significa, pero, efectivamente, como se teme desde hace décadas, es en Israel donde puede comenzar la tercera guerra mundial abierta. No por trozos sino abierta, global y total.