No, esto no es lo mismo que lo de 1936. Aunque haya algunas circunstancias parecidas, como la alianza del PNV con el Frente Popular, que hizo posible que el muy católico Manuel de Irujo fuera ministro con Largo Caballero y Negrín, mientras sus huestes emprendían la mayor persecución contra la Iglesia Católica en España. Un acoso ‘democrático’ en el que fueron asesinados 13 obispos, 4.184 sacerdotes seculares, 2.365 frailes y 283 monjas, lo que equivalía a uno de cada siete sacerdotes y a uno de cada cinco frailes, además de un incontable número de católicos seglares. En efecto, en 1936 había dos bandos, uno dispuesto a matar a los católicos y otro que aceptó el martirio antes que renegar de su fe.
Sin embargo, ahora, en 2018, no hay ningún bando dispuesto a morir por su fe, a lo sumo solo personas aisladas y, por tanto, también perseguidas por los católicos tibios, porque, con su ejemplar comportamiento, les ponen en evidencia.
13 obispos, 4.100 sacerdotes, 2.300 religiosos e incontables laicos fueron asesinados por los milicianos
No, esto no es lo mismo que lo de 1936. Cierto que ahora, como entonces, hay quien cree que la modernización de España pasa por eliminar a la Iglesia, hasta hacerla desaparecer de los espacios públicos, para lo que no han dudado en asaltar y profanar una capilla en la Universidad Complutense (Entre otras muchas). Sin embargo, ahora han cambiado mucho las cosas en el que debía ser ‘el otro bando’. Por eso, cuando un grupo de católicos, agrupados en torno al partido Alternativa Española, por defender el más elemental de los derechos, presentó una denuncia ante los tribunales de justicia contra los asaltantes, tuvieron que soportar que, en la vista del juicio, el abogado de la que asaltó la capilla en sujetador –Rita Maestre, concejal de Podemos en le Ayuntamiento de Madrid- utilizara en su defensa las misericordiosas palabras que días antes había emitido hacia ella el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid. Y por supuesto, los medios de comunicación del sistema silenciaron que la denuncia la había presentado Alternativa Española, no fuera que al pronunciar este nombre se mancillara su democrático prestigio.
No, esto no es lo mismo que lo de 1936. Sucedió que en 1936 intelectuales y escritores, tenían una cabeza católica y no se acobardaban de exponer en público sus ideas, fueron encarcelados y asesinados. Es el caso de Ramiro de Maeztu. Ahora si se te ocurre decir en público, como a mí me ha sucedido, que el fin de la Historia no es ni la grandeza del Estado, ni la unidad del partido, ni la fortaleza del sindicato, sino que el fin de la Historia es que el hombre sea plenamente hombre, que vuelva a Dios, que sea santo… las Universidades de la Iglesia y los medios de comunicación de la Conferencia episcopal decretan tu muerte civil, y en consecuencia te mantienen lo más lejos posible, como un apestado. Y menos mal, que soy catedrático del Estado y la Universidad pública de Alcalá ha respetado todos estos años mi libertad de cátedra, porque si mi Universidad de Alcalá hubiera actuado como los muy católicos dirigentes de las Universidades de la Iglesia y de los medios de comunicación de los obispos, mi condena hubiera sido a morir de hambre junto con mi familia.
Hoy, si un católico está dispuesto a dar su vida por Cristo se le echan encima jerarcas católicos y seglares tibios
No, esto no es lo mismo que lo de 1936. Entonces los católicos no habían olvidado las enseñanzas del catecismo, ni la fe que les habían transmitido sus padres y por si esto fuera poco la predicación del clero de entonces era fiel a la tradición y al Magisterio de la Iglesia. Por eso, la frontera entre el bien y al mal estaba clarísimamente delimitada. Ahora, sin embargo, buena parte de las instituciones eclesiásticas, incluidos los llamados movimientos y las nuevas realidades de la Iglesia, han aceptado el relativismo moral y han concedido la bula del mal menor a los católicos que actúan en la vida pública, porque abandonada la consecución de la santidad lo que de verdad les importa es el mantenimiento del poder.
No, esto no es lo mismo que lo de 1936. Entonces los españoles, por millares, perecieron frente a los pelotones de ejecución gritando ¡Viva Cristo Rey! Hoy el rey es el euro y lo más importante es la economía, cuya defensa, para tantos católicos, ha tenido prioridad a la hora de hacer los programas políticos o de emitir el voto, antes que dar la cara, por ejemplo, para acabar con el genocidio provocado por las leyes abortistas.
Y más vergonzoso todavía, en las pocas ocasiones en que las instituciones que dicen defender la vida y la familia salieron a la calle por este motivo convirtieron aquellas manifestaciones en tan “aconfesionales” que se anunciaban en las parroquias, en una burda manipulación, para atacar al PSOE y defender al PP. La prueba de tan grave acusación es que se acabaron las manifestaciones cuando volvió el PP al poder.
No, esto no es lo mismo que lo de 1936. Entonces la estrategia mundial contra la Iglesia Católica se decidía en la III Internacional, que había sido fundada en Moscú en 1919 y fue disuelta en plena II Guerra mundial, en 1943, no tanto para no incomodar a sus aliados, las potencias capitalistas, como por la madurez que ya habían alcanzado los partidos comunistas nacionales, según se puede leer en sus actas. Es decir, porque ya estaban tan sometidos a Moscú que ya ni falta que hacía la III Internacional. Pero hoy, sin embargo, quienes dirigen los destinos del mundo son otros y han cambiado de estrategia. Ya no se trata de destruir la Iglesia, sino de conquistarla y cambiar su rumbo. Sabemos poco de sus planes, puesto que sus reuniones son secretas. Pero como últimamente el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ha acudido a una de esas reuniones celebrada en el Club Bilderberg, a lo mejor se anima a contarnos lo que allí se trató y, en caso de que Rivera no se preste a ello, también se podría recurrir a Luis de Guindos, quien igualmente ha participado en las últimas y secretas reuniones del Club Bilderberg, poco antes de ser promocionado a la Vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE).
No, esto no es lo mismo que lo de 1936. Pero con ello no quiero decir que el cambio político de estos últimos días nos vaya a traer vientos de bonanza y, a partir de ahora, todo sea un camino de rosas. No, no quiero decir eso. Soy consciente de la gravedad de la situación de este tiempo. Por eso la víspera de la moción de censura me fui al Cerro de los Ángeles y recé un rosario por España ante Jesús Sacramentado, expuesto en la custodia, y a continuación asistí a la Santa Misa. Y es que ese día se daba una triple coincidencia que invitaba a rezar por la recristianización de nuestra patria, para que los católicos de ahora volvamos a ser, cuando menos, la mitad de coherentes que nuestros antepasados, los de 1936. Esa tarde que me fui al Cerro de los Ángeles porque se cumplían los 99 años en que el rey Alfonso XIII consagró España, en ese mismo lugar, al Sagrado Corazón de Jesús, era la festividad de San Fernando, rey de España, y se conmemoraba la festividad de Santa Juana de Arco. Por eso, en silencio, repetí muchas veces en mi interior las mismas palabras con las que quiero acabar este escrito: ¡Viva Cristo Rey!