“El demonio, furioso, bajó a los abismos, asegurando la Virgen a mi venerada madre Sor Patrocinio, que ya que no podía perseguirla por sí -como lo había hecho hasta entonces de una manera terrible-, pero que lo haría por los hombres, y no solo en vida, sino que después de muerta la perseguiría también”. Reproduzco estas líneas escritas por la que fue durante muchos años secretaria de Sor Patrocinio (1811-1891), pues mañana, día 27 de enero, se conmemora un nuevo aniversario de su tránsito al Cielo. Y es conveniente recordar la persecución del demonio contra Sor Patrocinio, en vida y después de muerta, por motivos históricos y para comprender la razón por la que al día de hoy siguen existiendo aliados de Satanás que la persiguen. Y no me refiero a esas personas que por desconocimiento de la Historia del reinado de Isabel II (1833-1868) repiten los mismos tópicos del siglo XIX, estos son unos pobres ignorantes, sino a los que conociendo la vida de Sor Patrocinio, en la actualidad, persiguen a la Iglesia en la persona de esta concepcionista franciscana, estos otros son aliados de Satanás.

En efecto, Sor Patrocinio padeció los ataques del demonio de niña, de adolescente y los siguió sufriendo, desde el mismo momento en el que ingresó en el convento del Caballero de Gracia de Madrid y hasta el 13 de agosto de 1831, día en el que se le apareció la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, y le anunció que ya no padecería esos ataques, como hemos dicho. Fueron muchas las arremetidas de este tipo que tuvo; como muestra un par de ellas. Siendo aún novicia, el demonio rompió una olla grande llena de agua cociendo sobre el fuego, y le quemó desde la muñeca hasta debajo del brazo, provocándole una enorme ampolla, que “estremecía verla”, al decir de las monjas que fueron testigos. En otra ocasión, el demonio le metió la cabeza por el agujero de un retrete y la sujetó fuertemente para que se ahogara, a la vez que le daba golpes contra una piedra, y así estuvo hasta que dos monjas consiguieron sacarla de ese agujero de inmundicia. Y podría seguir con otros muchos acontecimientos como estos, porque los hay y están documentados. Pero lo que ahora nos interesa es la persecución infernal contra Sor Patrocinio, tras su fallecimiento.

En primer lugar, veamos en qué consiste el ataque del demonio a Sor Patrocinio después de muerta y el sentido que esto tiene. La única manera con la que el demonio puede perseguir a alguien, que ya ha fallecido, es atentando contra su fama y buen nombre con calumnias y mentiras, dando sobradas muestras de que Satanás es el padre de la mentira. Ahora bien, para Satanás, con el fallecimiento de la persona el tiempo del partido se le ha acabado, porque la salvación o la condenación eternas son inapelables, tras la sentencia del juicio de Dios. Por lo tanto, esta persecución del demonio y de sus aliados, posterior al fallecimiento de Sor Patrocinio, no tiene otro interés que ocultar su vida ejemplar, por el bien que esta puede hacer a muchas almas.

Siendo un joven doctorando, hace unos cuarenta años, cuando estudiaba la figura del ministro de Hacienda del reinado de Isabel II, Pascual Madoz (1805-1811), me encontré a Sor Patrocinio enterrada en mentiras y calumnias. Desde entonces hasta hoy no he dejado de buscar retazos de su vida en los archivos. ¿Y qué hace un historiador de una universidad pública investigando la vida de una monja? Pues ante todo ser libre, sin hacer caso a los dichos irónicos de algunos colegas que no eran precisamente de izquierdas, pues militaban en la tibia formación de los católicos moderaditos, y trabajar en lo que creía que debía emplear mi tiempo sin importarme incluso las calumnias, que también las ha habido, y precedían de donde yo menos me lo podía esperar ¡Que Dios perdone a estas personas!

Al separar tanta basura que enterraba a Sor Patrocinio, he descubierto una figura histórica importantísima del sigo XIX, y desde luego una santaza de lo más grande. Y junto a la grandeza de su alma, me he tropezado con personajes mezquinos que han colaborado en esa persecución contra su fama después de muerta, como le anunció la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias cuando se le apareció el 13 de agosto de 1831. Por cierto, conviene recordar, que dicha aparición ya fue aprobada por el papa Gregorio XVI (1831-1846); por lo tanto, solo queda coronar esa advocación de la Virgen, cuando lo tenga a bien el arzobispo de Madrid, ciudad donde tuvo lugar dicha aparición.

Probablemente, cuando me he referido a esas personas que han difamado y calumniado a Sor Patrocinio, puede que alguno de mis lectores haya pensado en los declarados enemigos de la Iglesia, como los masones que, en efecto, los hubo y se emplearon con saña contra ella. Pero para mi sorpresa, también encontré perseguidores de Sor Patrocinio donde yo al principio nunca podría haberlo imaginado: dentro de la Iglesia. Les voy a citar el caso de dos religiosos franciscanos, uno del siglo XIX el padre Luis Godínez (1794-1880), que durante un tiempo fue confesor de Sor Patrocinio, y otro actual, el padre Pedro Riquelme Oliva, personaje reconocido entre los franciscanos, pues ha sido director del Instituto Teológico de la Provincia Franciscana de Cartagena OFM, con sede central en Murcia (España), que es un organismo de la Conferencia Franciscana de España y Portugal (CONFRES) y centro Agregado a la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Antonianum.

El padre Luis Godínez fue un intrigante de mucho cuidado y consiguió ser confesor de Sor Patrocinio, movido por razones espurias, pues a él lo que le interesaba era utilizar a Sor Patrocinio para que le facilitara la entrada en palacio, ya que Sor Patrocinio fue la mejor amiga que tuvo Isabel II (1833-1868). En este sentido, diré, como ya he contado en la biografía de Sor Patrocinio, que fue el padre Luis Godínez el verdadero responsable del famoso “Ministerio relámpago” en 1849, de lo que se inculpó injustamente a Sor Patrocinio y le costó la condena al destierro. Así es que llegado un momento, el arzobispo de Toledo, de quien dependía entonces el convento de Sor Patrocinio, le prohibió al padre Luis Godínez volver a pisar en ese monasterio.

Desde que el padre Luis Godínez fue separado de Sor Patrocinio y de la comunidad del Caballero de Gracia, se apoderó de él una obsesión patológica de venganza contra ella, y para atacarla no dudó en emplear mentiras y calumnias. Son numerosas las cartas que en este sentido dirigió al superior general de los franciscanos en Roma. E incluso la difamó y calumnió ante la Santa Sede. En una carta que Luis Godínez escribió al nuncio y que este a su vez envió al Vaticano, escrita por el mismo que en su día redactó por petición del superior general de los franciscanos un detallado informe de las llagas de Sor Patrocinio, Luis Godínez manifiesta que es una impostora y que las llagas son fingidas, a la vez que la tilda de “monja funesta, tristeza de los ángeles y escándalo del mundo”. El mismo Luis Godínez, que dijo que Sor Patrocinio no tenía “otra acción que la de elevar sus alitas desde estado indiferente y muy pasivo, en oficio de Moisés”, ahora sostiene que Sor Patrocinio “nada sabía de oración, de contemplación infusa, ni del reglamento que debe observar la verdadera religiosa”. En fin, Godínez la acusa hasta de despojarse de los hábitos para asistir vestida de “ricas sedas, sombrerito floreado, zapato acharolado con relucientes hebillas” a las sesiones de una sociedad de la Francmasonería, presidida…, ¡por el rey consorte Francisco de Asís (1822-1902)!

Pero si reprobable es la conducta del padre Luis Godínez, incalificable resulta el trato reciente que el padre Pedro Riquelme Oliva ha dado a Sor Patrocinio, como hemos dicho anteriormente. Ignoro el propósito por el que el padre Pedro Riquelme Oliva se empeña en ensalzar la figura de Luis Godínez en un libro de once capítulos, de los que él es autor de nueve y figura como director de este libro. Esta obra se publicó en el año 2000, y en ella Pedro Riquelme Oliva aparece como profesor de Historia de la Iglesia y director del Instituto Teológico de Murcia. Y en el orden material, hay que decir que dicho libro está publicado en una edición de lujo de gran formato (30X22)  por el Instituto Teológico Franciscano y patrocinado por la Caja de Ahorros del Mediterráneo, y los ayuntamientos de Cehegín, Cartagena y Jumilla, de la provincia de Murcia. Todo un derroche de 665 páginas del mejor papel, encuadernadas en tela y con sobrecubierta de color.

El padre Pedro Riquelme Oliva para ensalzar la figura del franciscano Luis Godínez, exconfesor y calumniador de Sor Patrocinio, coloca a los dos personajes en los extremos de un balancín histórico, de manera que cuanto más alto levanta al padre Luis Godínez, más bajo empuja contra el fango del suelo a Sor Patrocinio. En la página 95 del citado libro reproduce una carta de Luis Godínez dirigida al superior general de los franciscanos, el padre Juan Romeu. Y en esa carta, al referirse Luis Godínez a las relaciones entre Sor Patrocinio y el confesor que le sucedió, el padre Faustino Losa, dice según la transcripción que hace Pedro Riquelme Oliva, que ambos “contrajeron mutua intimidad (hablo en sentido carnal)”.

Hablo en sentido carnal. Detalle de la transcripción incorrecta de la carta del padre Luis Godínez publicada por el padre franciscano Pedro Riquelme Oliva, que induce a pensar que Sor Patrocinio mantenía relaciones sexuales con su confesor. Publicada en Pedro Riquelme Oliva, OFM (director). Restauración de la Orden franciscana en España. La provincia franciscana de Cartagena (1836-1878). El convento de San Esteban de Cehegín (1878-2000). Historia y Arte. Murcia 2000. Pág. 95

 

Reconozco que cuando leí tan grave acusación me quedé paralizado en un principio, pues semejante comportamiento no encajaba con el juicio que yo me había formado de Sor Patrocinio, después de los años que llevaba investigando su vida. Es explicable mi parálisis, si se tiene en cuenta que la acusación estaba documentada con una cita del archivo general de los franciscanos de Roma y que la había publicado un franciscano de renombre, como el padre Pedro Riquelme Oliva.

Sin embargo, algo no me encajaba, pues de la “intimidad carnal” que propalaba Pedro Riquelme Oliva entre Sor Patrocinio y el confesor que sucedió al padre Godínez, el franciscano Faustino Losa, yo no tenía noticias de que hubieran tenido alguna repercusión ni en los ámbitos civiles ni dentro de su Orden. Por lo tanto, alguna explicación tenía que haber en el archivo general de franciscanos. Así es que viajé a Roma, y en efecto, en el documento de archivo que había transcrito Pedro Riquelme Oliva estaba la explicación: porque lo que se dice en esa carta es lo siguiente: “Cuando Sor Patrocinio fue confinada a Badajoz en octubre del 39 (sic), y acompañada por el padre Faustino, contrajeron mutua intimidad (no hablo á sentido carnal) que antes no tenían”.

No hablo á sentido carnal. Detalle de la carta original del padre Luis Godínez (Madrid, 13-VIII-1852), que desmiente la versión del padre franciscano Pedro Riquelme, que suprimió el “no” del documento en su transcripción incorrecta

 

Ese “no” que el padre Pedro Riquelme Oliva ha omitido en la transcripción del documento lo cambia todo. En la biografía de Sor Patrocinio que publiqué hace un año y medio ya conté estos hechos y hasta publiqué en el cuadernillo de fotos la página 95 del libro de Pedro Riquelme y el documento original que se conserva en el archivo de los franciscanos de Roma.

Desde que publiqué este desagradable asunto, el padre Pedro Riquelme ha permanecido callado como un muerto y yo no he dicho nada hasta el día de hoy. Pero este domingo 26 de enero de 2025, víspera del aniversario del tránsito de Sor Patrocinio al Cielo, desde las páginas de Hispanidad le exijo al padre Pedro Riquelme Oliva que dé una explicación de su transcripción, que tan gravemente atenta contra la reputación de Sor Patrocinio. Y, por lo tanto, que pida perdón públicamente por lo que ha hecho. No, no vale que siga permaneciendo en silencio el padre Pedro Riquelme Oliva. Y si este franciscano se empeña en seguir callado sin dar explicaciones, tampoco me sirve la pasividad de los superiores de la Orden de los franciscanos ni la inoperancia de las responsables de la Orden de las Concepcionistas Franciscanas, cuando una de sus monjas más eminentes y ejemplares de su Orden, Sor Patrocinio, ha sido atacada en su honor tan gravemente.

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá