Una de dos, o Carmen Calvo no sabe lo que dice y se tiene que poner cuanto antes a estudiar la Historia de España del siglo XX, para poder hablar sin meter la pata; o si lo sabe, ya se puede ir buscando un buen abogado, porque cualquier día de estos la empapelan por exaltación del totalitarismo, que así es como se define al comunismo.
El pasado día 23 de marzo se cumplían los 75 años del fallecimiento de Largo Caballero y la ilustre egabrense tuvo la ocurrencia de soltar esta perla: “Largo Caballero es una figura con la que nos podemos seguir identificando”. En consecuencia, esta señora tiene como modelo a seguir al Lenin Español, lo cual como diría el director de Hispanidad es bello e instructivo, pues Carmen Calvo que de momento se sepa es vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática del Gobierno de España, y a lo mejor aunque no lo sepamos también es ministra de los Ferrocarriles Españoles y de los Grandes Expresos Europeos, será por cargos…
El alias de El Lenin Español no se lo adjudicó a Francisco Largo Caballero ningún facha, sino que era así como le apodaron los “compañeros y compañeras” del PSOE que le trataron durante la Segunda República. Y le llamaban así no como un insulto, sino como un elogio que a él le halagaba, pues al igual que Carmen Calvo se identifica con el Lenin Español, el PSOE se identificaba entonces con la peculiar manera de hacer política de Vladimir Ilitch Ulianov, otro que también tenía un alias con el que ha pasado a la Historia: Lenin.
Identificarse con el Lenin Español, la copia del original, es tanto como identificarse con el modelo de Largo Caballero que era Lenin, fundamento del totalitarismo comunista, porque el pensamiento de Lenin se nutre de la exaltación de la violencia y de la tiranía: "La revolución -llegó a escribir- no puede hacerse sin pelotones de ejecución, la revolución camina con lentitud porque fusilamos muy poco".
El pensamiento de Lenin se nutre de la exaltación de la violencia y de la tiranía: "La revolución -llegó a escribir- no puede hacerse sin pelotones de ejecución, la revolución camina con lentitud porque fusilamos muy poco"
Y esta frase de Lenin no fueron unas palabras soltadas al aire, sino que tuvieron sangrientas consecuencias. Lenin disolvió el Comité Militar Revolucionario para ser sustituido por la policía política, la Cheka (GPU desde 1922, NKGB desde 1943), y él fue quien encargó a Dzerhinski su dirección. Tan solo tres años después de su fundación contaba con 250.000 agentes, con capacidad para ejecutar por miles a personas inculpadas solo de delitos políticos, entre los años de 1918 a 1920. De acuerdo con uno de los decretos redactados por Lenin el cometido de la Checa era "la eliminación de la tierra rusa de todos los tipos de insectos dañinos". Entre los años citados de 1918 a 1920 se calcula que fueron asesinados unos tres millones de personas en Rusia. Y en cuanto al partido comunista, debido a las purgas de Lenin fueron eliminados 100.000 militantes.
No hay ninguna duda de que Largo Caballero fue un discípulo aventajado del tirano comunista de Rusia y que por lo tanto el alias de El Lenin Español se lo adjudicaron los suyos con todo merecimiento. Ofrezco a continuación unas cuantas pruebas de lo que he dicho. En un mitin celebrado en Don Benito (Badajoz), del que dio cuenta el periódico El Socialista (9-XI-1933), Francisco Largo Caballero dijo: “Tenemos que luchar como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no una bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista”.
Y en otro mitin electoral, celebrado el 12 de enero de 1936 en el cine Europa, Largo Caballero declaraba sin tapujos sus intenciones revolucionarias y antidemocráticas: “Antes de la República -decía a los asistentes el Lenin Español- nuestro deber era traer la República; pero establecido este régimen, nuestro deber es traer el socialismo. Y cuando hablamos de socialismo, no nos hemos de limitar a hablar de socialismo a secas. Hay que hablar de socialismo marxista, de socialismo revolucionario”.
Uno de los decretos redactados por Lenin el cometido de la Checa era "la eliminación de la tierra rusa de todos los tipos de insectos dañinos". Entre los años citados de 1918 a 1920 se calcula que fueron asesinados unos tres millones de personas en Rusia. Y en cuanto al partido comunista, debido a las purgas de Lenin fueron eliminados 100.000 militantes
Meses después, el cine Europa dejó de proyectar películas y se convirtió en una de las 345 checas que el Frente Popular instaló solo en la ciudad de Madrid, de las que 49 regentaba en exclusiva el PSOE, además de participar en la dirección de otras muchas junto con otros partidos y sindicatos de izquierdas. Al día de hoy ya se ha documentado una lista de 1.800 personas asesinadas en la ciudad Madrid, solo en las checas de esta ciudad. Insisto, esas 1.800 personas son de las que constan datos fehacientes. Pero como los asesinos no acostumbran a dejar rastros de sus crímenes hay otras muchas personas asesinadas por el terror del Frente Popular, que no se han podido localizar. Personas que se sabe que los llevaron a las checas, pero una vez dentro se les perdió su rastro. En conclusión, los cálculos aproximados de los asesinatos cometidos solo en las checas de la ciudad de Madrid, varían según autores de los 2.600 a los 3.600.
Los socialistas, en octubre de 1934, dieron un golpe de Estado para liquidar esa “República burguesa”, a la que con tanto desprecio se refería Francisco Largo Caballero. Pero fracasado el golpe, Largo Caballero fue encarcelado y juzgado, como principal responsable, por lo que el fiscal general de la República, Marcelino Valentín Gamazo (1879-1936), solicitó 30 años de prisión al acusarle de un delito de rebelión.
El juicio contra Largo Caballero se celebró la última semana de noviembre de 1935, en medio de tales presiones políticas sobre los jueces, que en tan solo cuatro sesiones fue absuelto por falta de pruebas. El día 1 de diciembre fue puesto en libertad y trece días después se produjo la crisis de gobierno, que aupó a la presidencia del ejecutivo a Manuel Portela Valladares (1867-1952).
En conclusión, los cálculos aproximados de los asesinatos cometidos solo en las checas de la ciudad de Madrid, varían según autores de los 2.600 a los 3.600
Manuel Portela Valladares era grado 33 de la Masonería, en la que se había iniciado en el año 1920 en la Logia Fénix nº 381 de Barcelona. Así es que tres días después de tomar posesión de su cargo como presidente de Gobierno, Marcelino Valentín Gamazo presentó su dimisión como Fiscal General de la República.
Marcelino Valentín Gamazo era un prestigioso abogado, que había sido elegido en tres ocasiones Secretario de los Colegios de Abogados de Madrid. Se casó con Narcisa Fernández Navarro de los Paños, con quien tuvo nueve hijos. Hombre de profundas convicciones religiosas, rezaba en su casa todos los días el Rosario después de cenar, era miembro destacado de la Acción Católica y había reorganizado la Congragación de San Ivo, como patrón de los abogados.
Desde su actuación en el juicio de Largo Caballero se sintió amenazado, por lo que en 1936 abandonó su casa de la calle Orfila nº 8 de Madrid y se refugió con toda su familia en Rubielos Altos, un pueblo de Cuenca, donde su esposa tenía una casa. Y allí le sorprendió la venganza de Largo Caballero.
Luis Diaz Goyanes presumió de ir vestido con un traje de Marcelino Valentín Gamazo, y lo debió de hacer con la misma arrogancia con la que los socialistas actuales mantienen en pie la estatua de Largo Caballero, delante del edificio de los Nuevos Ministerios, en el paseo de la Castellana de Madrid
El 4 de agosto de 1936 se presentaron en Rubielos Altos treinta hombres, dirigidos por dos chequistas, procedentes de Madrid, uno de ellos se llamaba Luis Díaz Goyanes. La mayoría de los milicianos habían sido reclutados en Villanueva de la Jara (Cuenca), cuyo ayuntamiento, controlado por la UGT, estaba presidido por Emilio Frías. Y a este grupo se agregaron algunos elementos de la localidad vecina de Tarazona de la Mancha.
Al llegar a Rubielos Altos saquearon la iglesia parroquial e hicieron una hoguera donde quemaron los ornamentos sagrados y todo el archivo. Y a continuación se dirigieron a la casa de Marcelino Valentín Gamazo. Al entrar, destrozaron a golpes una imagen de la Virgen en mosaico de Talavera, lo que le hizo exclamar a Gamazo:
—¡Mi Virgen…! ¡Por Dios y por todos los santos, no la rompan! —Esta súplica les enfureció más, por lo que le respondieron:
—Llama a tus santos, anda, que este es un buen momento. —A continuación, se encaró con él un miliciano alto y fuerte, con patillas, armado con una escopeta y una pistola, con quien sostuvo esta conversación:
—Ahora voy a ajustarte las cuentas.
—Mis cuentas se ajustan pronto: soy un hombre pacífico cumplidor de mi deber y Abogado del Estado… —Pero no le dejó hablar más, porque le interrumpió para desvelarle el motivo de su venganza con estas palabras:
—Lo habrás sido, porque pronto dejarás de serlo. Contesta solo a lo que te pregunte. ¿Qué participación tomaste por los sucesos de octubre de 1934?
—En virtud del cargo que ocupaba, cumpliendo estrictamente con mi deber y con las pruebas que creí tener, acusé a Largo Caballero…
—¿A Largo Caballero has dicho? ¡Cómo te atreviste!
En ese momento, uno de los milicianos abofeteó al exfiscal general de la República. Sus hijas más pequeñas rompieron a llorar, lo que acabó de desesperar a los verdugos, que la emprendieron a culatazos contra los hijos y hasta contra la madre.
Junto con el padre -Marcelino Valentín Gamazo-, se llevaron en un camión a tres de los hijos, Francisco Javier, José Antonio y Luis Gonzaga, de 21, 20 y 17 años respectivamente. Les asesinaron a los cuatro en el paraje de Cerrajón, en un despoblado del término de Tébar (Cuenca) entre las diez y las doce de la noche del 5 de agosto. Los cadáveres no los encontraron hasta cuatro días después
Junto con el padre, se llevaron en un camión a tres de los hijos, Francisco Javier, José Antonio y Luis Gonzaga, de 21, 20 y 17 años respectivamente. Les asesinaron a los cuatro en el paraje de Cerrajón, en un despoblado del término de Tébar (Cuenca) entre las diez y las doce de la noche del 5 de agosto. Los cadáveres no los encontraron hasta cuatro días después que fueron llevados a Rubielos Altos. El día 11 la viuda y madre de los asesinados tuvo la entereza de dirigir el rosario en el patio de su casa, delante del mosaico de la Virgen que unos días antes habían profanado los vengadores de Largo Caballero.
El chequista Luis Díaz Goyanes regresó a Madrid con la llave del piso de la madrileña calle Orfila, propiedad de la familia de Marcelino Valentín Gamazo, que fue saqueado y robado cuanto de valor había en él. Días después, mientras este chequista tomaba declaración a Antonio Santa Cruz Garcés de Marcilla, Barón de Andilla, Luis Diaz Goyanes presumió de ir vestido con un traje de Marcelino Valentín Gamazo, y lo debió de hacer con la misma arrogancia con la que los socialistas actuales mantienen en pie la estatua de Largo Caballero, delante del edificio de los Nuevos Ministerios, en el paseo de la Castellana de Madrid.
Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.