Por minusvalorar las capacidades de aquel aldeano, ¡Oh insensato de mí!, le respondí con evasivas y me atizó un zasca en toda mi chulería, que no se me va a olvidar aquella lección en toda mi vida. Aquel sabio aldeano era de Tudela y esto fue lo que me dijo:
-¡Ay, Javierico, que parece que Dios nos hubiera dada la palabra para ocultar el pensamiento!
Ha venido este recuerdo a mi memoria tras leer un artículo de Don Francisco Pérez González, que además de arzobispo de Pamplona, también es obispo de Tudela, localidad donde como he dicho recibí de un sabio aldeano una de las lecciones más provechosas de mi vida, por lo que le trato desde entonces como catedrático de la Universidad de la calle.
El placer sexual es moralmente desordenado si se separa de las finalidades de procreación y unión
El obispo de Tudela ha publicado un artículo sobre los nocivos efectos de la pornografía. Comienza su escrito reproduciendo el número 2.351 del Catecismo de la Iglesia Católica, que define la lujuria «como un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión».
Y tras la definición oficial de la lujuria, sostiene el prelado navarro que la dependencia de la pornografía produce unos frutos desastrosos, que los explica a lo largo de su escrito. Resumiendo, en titulares, se refiere a estas tres consecuencias dañinas: primera, la pornografía daña el cerebro. Es como una droga que crea adicción y es muy difícil de erradicar; segunda, la pornografía mata el amor puesto que la pasión se convierte en utilizar a la otra persona como un objeto de placer y nada más, y tercera, la pornografía conduce a la violencia y nunca produce efectos positivos.
Y si casi todo el artículo está dedicado a glosar esos tres efectos que el obispo de Tudela manifiesta que son a los que se refieren psicólogos y psiquiatras, que solo tratan el problema de tejas para abajo, en las últimas líneas y sin perder el equilibrio transcribe dos citas de algunos de los últimos Papas: una es de San Juan Pablo II y la otra del papa Francisco.
Las guarrerías, además del cerebro, dañan el alma y conducen al infierno
Y que no se me entienda mal por lo que voy a decir… Pero claro siendo obispo de Tudela, recordando las esculturas que hay en las dovelas de la famosa Puerta del Juicio de su catedral, y conociendo a unas cuantas personas de su diócesis, mucho me temo que el obispo corre el riesgo de que algún tudelano le sacuda un zasca como el que a mí me dieron y le pueda decir a la cara:
-Señor obispo, que se le ha pasado a usted decir lo que se ve a la entrada de nuestra catedral, que las guarrerías además del cerebro lo que dañan es el alma y a donde conducen es al infierno.
La Puerta del Juicio de la catedral de Tudela es un tratado de escatología, que desciende a los detalles para que lo entienda todo el mundo. Los canteros que esculpieron las escenas tardaron décadas en hacer su trabajo entre el final del siglo XII y el principio del siglo XIII. Su conclusión está fechada en torno a los años de 1230 a 1240.
La Puerta del Juicio de la catedral de Tudela es un tratado de escatología
En la actualidad, el tímpano carece de decoración, pero en su día debió estar representado Jesucristo como juez al final del mundo. A su derecha están esculpidos los bienaventurados, agrupados por categorías de profetas, mártires etc. Y a la izquierda de Jesucristo, en el lugar de los cabritos, aparecen de un modo sorprendente los réprobos.
Y digo de un modo sorprendente, porque a diferencia de lo que sucede en otras catedrales, como las de León o Burgos, en las que al infierno se le dedica solo un pequeño espacio en las dovelas o en el dintel, en el caso de la Puerta del Juicio de la catedral de Tudela la representación de los dominios de Satanás ocupa la mitad de la puerta. Y esto es así, porque como hemos dicho esta obra de arte es un tratado de Escatología que desciende a lo concreto. Y por eso aparecen múltiples escenas en las que los diablos torturan a los condenados en donde y por donde más habían pecado. Y así a los que a los que se dejaron llevar por la gula, les introducen serpientes por la boca, a los ladrones les pinchan con horcas en las manos, a los avaros les introducen en ollas al fuego con las bolsas del dinero atadas al cuello...
En este caso, al contrario que en las catedrales de León o Burgos, la representación de los dominios de Satanás ocupa la mitad de la puerta
Y sin duda el pecado más representado por ofrecer todas sus posibilidades es el de la lujuria, ya que es el que está al alcance de todas las fortunas y no requiere tantos preparativos como lo de asaltar el Banco de España, por lo que tenía toda la razón Lola Flores cuando, según dicen, afirmó aquello de “yo he pecado con la carne, lo ‘normá’”, cuando en realidad lo que quería decir es que lo normal es pecar con la carne, ya que todos los demás pecados o son muy sofisticados o de complicada ejecución.
Y bien alejadas del estilo del obispo de Tudela, las distintas representaciones de la lujuria de la Puerta del Juicio de Tudela nada tienen que ver con un lenguaje políticamente correcto. Y así una de ellas, que podría servir para una campaña contra la pornografía es la que ilustra este artículo, en la que dos demonios sujetan a una mujer que tiene enroscada en sus piernas a una serpiente que le muerde los genitales, a la vez que dos sapos asquerosos están adheridos a sus pechos. Y de remate, uno de los demonios le muestra un espejo a la pecadora, para que pueda ver cómo queda su cuerpo después del castigo. Y la escena es todavía más expresiva si se ve la Puerta del Juicio de Tudela en la aplicación coloreada que ha realizado la asociación de Amigos de la Catedral de Tudela, que permite contemplarla como debía estar realizada en un principio.
Y claro, además de esta dovela contra el exhibicionismo, también aparecen los castigos de los pecados de sodomía, adulterio… Es decir, todas las especies contra el sexto y el noveno, que dicho sea de paso tampoco son tantas, pero que siendo tan pocas se incurre en ellas con bastante normalidad, como decía la gran Lola Flores. Pero lo raro y lo extraño es que siendo estos pecados los habituales, no se hable de ellos casi nunca. Ciertamente son muy normales, pero tienen la posibilidad de llevar a las almas al infierno, como muy bien queda representado en la Puerta del Juicio de la catedral de Tudela.